iPhone 17 tras dos semanas de uso: potencia de sobra, pero una batería que desconcierta
Después de cinco años con un iPhone 11, dar el salto al iPhone 17 debería sentirse como pasar de un utilitario fiable a un deportivo de última generación: más potencia, mejor pantalla, cámaras superiores… y, en teoría, una mejor batería. Sin embargo, tras dos semanas de pruebas intensivas, nuestra experiencia con la autonomía del iPhone 17 base deja sensaciones mucho más agridulces de lo esperado.
Diseño, pantalla y rendimiento: sobresaliente sin discusión
En lo que no hay debate es en la sensación de salto generacional. La pantalla a 120 Hz hace que todo se sienta instantáneo: desplazarse por menús, jugar, ver vídeo… La fluidez es tan buena que cuesta volver a paneles a 60 Hz. El chip del iPhone 17 mueve iOS 26 sin despeinarse, las animaciones vuelan y las apps pesadas se abren en un suspiro.
Es decir, no tenemos la sensación de que el teléfono “sufra” a nivel de procesador. Todo lo contrario: el rendimiento es más que suficiente, incluso sobrado, para el uso cotidiano, juegos y multitarea.
La batería en el día a día: números que no cuadran
El problema llega cuando miramos la barra de batería. En nuestras pruebas, partiendo del 90%, el porcentaje cayó hasta el 40% en unas dos horas de uso real (redes sociales, algo de vídeo y navegación web). Es decir, alrededor de un 50% consumido en un uso moderado, nada especialmente exigente.
El comportamiento en reposo tampoco ha sido el esperado. Dejando el iPhone 17 por la noche sin cargar, lo dejamos en torno al 57% y, al despertarnos, estaba en un 47%. Un 10% de drenaje nocturno sin uso activo es demasiado para un terminal nuevo, más aún con todos los modos de ahorro activados.
Lo más desconcertante es que el porcentaje no solo baja rápido, sino que parece “saltar”: por ejemplo, verlo pasar del 47% al 41% en apenas 10 minutos de uso ligero, o caer de 90% a 88% prácticamente al instante. Incluso sin usarlo, hemos registrado pérdidas de entre un 1% y un 10% en periodos relativamente cortos.
Ajustes, optimizaciones y iOS 26
Antes de culpar directamente al hardware, hemos ido a por el sospechoso habitual: el sistema. iOS 26 se siente más pesado que versiones anteriores y todo apunta a que consume más recursos. En nuestro caso hemos activado prácticamente todo lo razonable para ahorrar energía:
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Actualización en segundo plano desactivada para todas las apps.
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Bluetooth, datos móviles y ubicación apagados cuando no son necesarios.
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Modos de ahorro de batería activos.
Aun así, el impacto ha sido limitado. Sí da la sensación de que la bajada de batería entre el 100% y el 80% es más lenta, pero de 80% hacia abajo la curva se acelera de manera muy notable. Es decir, optimizar sirve… pero no resuelve el problema de fondo.
Con las últimas versiones de iOS 26.1 la situación mejora ligeramente respecto a la 26.0, pero sigue sin estar al nivel que esperaríamos de un teléfono recién estrenado. Mientras tanto, otros modelos como el iPhone 16 Plus, con versiones similares del sistema, están alcanzando fácilmente entre 8 y 10 horas de pantalla en uso real, lo que refuerza la sospecha de que aquí algo no va del todo bien.
¿Unidad defectuosa, bug de software o mala configuración?
Cuando una batería se vacía así en un dispositivo nuevo, las opciones se reducen:
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Unidad con batería defectuosa: siempre cabe la posibilidad de que haya salido mala.
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Problema de software concreto: un bug en iOS 26 o en la instalación que deje procesos colgados, incluso con la pantalla apagada.
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Migración “sucia” desde el móvil anterior: en ocasiones, una transferencia directa desde un iPhone antiguo puede arrastrar fallos, configuraciones corruptas o apps mal optimizadas que se quedan trabajando en segundo plano aunque el sistema reporte lo contrario.
Antes de ir a una Apple Store, recomendaríamos tres pasos:
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Revisar a fondo los informes de batería en Ajustes > Batería para ver si alguna app se dispara de forma anómala.
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Comprobar todos los permisos de ubicación y limitar al máximo las apps que la usan “Siempre”.
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Valorar una restauración limpia: hacer copia de seguridad en iCloud, restaurar como nuevo y, en lugar de clonar todo el sistema anterior, reinstalar solo las apps imprescindibles.
Si tras eso el comportamiento sigue siendo igual —caídas bruscas, drenaje en reposo del 8–10% por noche y bajadas de 6–10 puntos en pocos minutos—, nuestra recomendación es clara: acudir al soporte oficial y pedir una revisión de batería y, si procede, un reemplazo. No es un comportamiento normal en un iPhone recién comprado.
Un gran iPhone empañado por una autonomía sospechosa
El iPhone 17, sobre el papel y en sensación de uso, es un salto muy notable frente a generaciones anteriores: pantalla excelente, rendimiento sobresaliente y experiencia fluida. Pero, al menos en nuestra unidad, la autonomía está muy por debajo de lo razonable para un terminal nuevo de esta gama.
¿Puede ser un simple problema de software que Apple pulirá con futuras actualizaciones de iOS 26.x? Es posible. ¿Puede ser una batería defectuosa que se solucione con un cambio en garantía? También. Lo que está claro es que, si tu experiencia se parece a la nuestra —bajadas agresivas incluso con ajustes optimizados—, no deberías asumirlo como “normal”: merece una revisión y, si hace falta, un cambio de dispositivo. Un móvil que aspira a ser referencia no puede permitirse que la batería sea su talón de Aquiles.