El macrocentro de IA que Meta ultima en Alberta: energía a gas con Kineticor y el ‘subidón’ del 5% de Pembina en Bolsa
Meta Platforms y Pembina Pipeline ultiman un acuerdo para construir un centro de datos de inteligencia artificial de gran escala en Alberta, según adelantó The Logic citando a varias fuentes conocedoras. El diseño industrial del proyecto se apoyaría en Kineticor, operador canadiense de generación eléctrica, que aportaría suministro mediante centrales alimentadas por gas natural, un enfoque compatible con los plazos y la estabilidad de carga que exigen los complejos de IA de última generación. Aunque los términos definitivos siguen en negociación, parte del paquete regulatorio podría trascender en breve si se concreta el entendimiento entre las partes.
La elección de Alberta no es casual. La provincia ha impulsado una estrategia para atraer inversiones en centros de datos pidiendo a los operadores que “traigan su propia energía”, normalmente a través de acuerdos con utilities o mediante nuevas plantas de gas dedicadas. El objetivo es descargar la red, dar certidumbre de potencia firme y, al mismo tiempo, encajar los proyectos en marcos de captura de carbono y permisos ambientales locales. En septiembre, The Logic ya informaba de que el nuevo gravamen provincial afectaría solo a centros conectados a red, mientras que los desarrollos con generación dedicada tendrían un encaje más previsible, lo que explica el protagonismo de esquemas de autogeneración como el que barajan Meta y Pembina. The Logic
Este potencial acuerdo no parte de cero. En marzo, Pembina y Kineticor anunciaron una ‘joint venture’ para desarrollar el Greenlight Electricity Centre, un complejo modular de hasta 1,8 GW de generación a gas en el Industrial Heartland de Alberta, pensado precisamente para atender la demanda eléctrica de data centers y con opción de captura de CO₂. La documentación pública de Kineticor describe un despliegue por fases de ~450 MW, con entrada comercial prevista hacia 2029, y capacidad para coubicar un campus de centros de datos de tamaño equivalente. De confirmarse el pacto con Meta, Greenlight —o un esquema similar— sería un vehículo natural para proveer la potencia continua que demanda un hub de IA a gran escala.
La lógica industrial encaja con el posicionamiento reciente de Pembina, que lleva meses señalando su interés en ofrecer “soluciones integradas” a una naciente industria de centros de datos en Alberta, apalancando su cadena de valor de gas y futuros desarrollos de generación. Para Meta, la ventaja radica en asegurar megavatios firmes y escalables en un entorno con permisos más claros para generación térmica con mitigación de emisiones, algo que en otras jurisdicciones demora proyectos durante años. Distintos reportes mencionan además la participación de Beacon AI en el ecosistema del proyecto, aunque sin detalles oficiales aún.
Más allá de la ingeniería y la regulación, el mercado ya reaccionó a la expectativa. Las acciones de Pembina llegaron a subir en torno a un 5–6% después de publicarse la exclusiva, reflejando la lectura de que un contrato energético a largo plazo con un hiperescala como Meta podría anclar flujos de caja estables y habilitar retornos adecuados sobre nuevas inversiones en capacidad. En paralelo, diversos agregadores financieros replicaron la noticia, subrayando el componente estratégico de alinear infraestructura energética con la ola de consumo eléctrico que trae la IA generativa.
Quedan, con todo, interrogantes importantes. Primero, el encaje ambiental: aunque los ciclos combinados con captura de carbono reducen la intensidad de emisiones, el escrutinio social y regulatorio sobre nueva generación fósil seguirá siendo elevado. Segundo, la certidumbre de permisos: incluso con señales favorables, los plazos de evaluación ambiental, conexión e interconexión pueden condicionar la ruta crítica. Tercero, la evolución tecnológica: la eficiencia de chips, la refrigeración líquida y los modelos de despliegue (on-grid, off-grid híbrido) pueden alterar el dimensionamiento final de potencia y refrigeración. Y cuarto, la estructura financiera: tarifas, indexaciones a gas, compromisos de capacidad y eventuales créditos o incentivos determinarán la bancabilidad del proyecto.
Para Alberta, la operación consolidaría su apuesta por convertirse en polo energético-digital, cruzando su infraestructura gasista y de captura de CO₂ con la demanda creciente de centros de datos. Para Meta, sería otro paso en la carrera global por asegurar “watts” firmes donde escalar IA sin cuellos de botella. Si el acuerdo se firma en los términos adelantados, el anuncio marcaría un hito en la convergencia entre midstream energético y la nueva economía del cómputo intensivo. Hasta entonces, mercado y sector mirarán dos señales: la letra pequeña regulatoria y la confirmación de la vía de suministro eléctrico dedicada que haga viable el campus de IA en plazos competitivos.