Meta se baja (a medias) del metaverso y lo apuesta todo a la inteligencia artificial

Mark Zuckerberg frente la transición de Meta del metaverso hacia la inteligencia artificial.

Meta reduce significativamente sus inversiones en el metaverso para enfocarse en la Inteligencia Artificial, cambiando las prioridades con el objetivo de competir con OpenAI y Google. Zuckerberg acelera la integración de IA en sus plataformas sociales buscando mejorar resultados financieros y responder a la presión del mercado.

Meta Platforms ha dado un giro estratégico que hasta hace poco habría parecido impensable: la compañía que rebautizó su nombre para poner el metaverso en el centro de su identidad está recortando de forma drástica su apuesta por ese mundo virtual… para volcarse en la inteligencia artificial. Mark Zuckerberg asume, al menos de puertas para afuera, que el mercado ya no compra grandes promesas a diez años vista: quiere resultados, y los quiere ahora.

Reality Labs, de proyecto estrella a lastre financiero

La división Reality Labs, el gran laboratorio encargado del hardware de realidad virtual, realidad mixta y desarrollo del metaverso, ha pasado de ser el niño mimado de Meta a convertirse en el principal foco de recorte. Los ajustes no son cosméticos: menos presupuesto, menos plantilla y, sobre todo, menos paciencia.

Durante años, Reality Labs ha acumulado pérdidas multimillonarias trimestre tras trimestre, sin ofrecer a cambio un caso de uso masivo ni ingresos a la altura. Mientras tanto, los inversores veían cómo otras grandes tecnológicas disparaban beneficios gracias a la nube o a la IA, mientras Meta seguía defendiendo un futuro virtual que no terminaba de llegar.

La presión de Wall Street ha hecho el resto. El mensaje de los mercados ha sido claro: menos experimentos caros y más negocios rentables. Y Zuckerberg, que ya vivió una fuga de confianza y un desplome histórico de la acción, ha tomado nota.

La IA toma el mando en WhatsApp, Instagram y Facebook

El resultado es un reposicionamiento acelerado: si el metaverso se enfría, la inteligencia artificial se convierte en el nuevo eje de Meta. Ya no se trata solo de anuncios de laboratorio o demos futuristas: la compañía está integrando asistentes y funciones de IA directamente en sus productos estrella.

En WhatsApp, comienzan a asomar asistentes capaces de resumir conversaciones, ayudar a redactar mensajes o generar respuestas rápidas. En Instagram y Facebook, la IA se cuela en la creación de contenido: textos, imágenes, filtros y herramientas que prometen simplificar la vida tanto a usuarios como a creadores y marcas.

La lógica es evidente: si Meta tiene miles de millones de usuarios activos diarios, cualquier mejora impulsada por IA puede traducirse en más tiempo en la plataforma, más interacción y, al final, más ingresos publicitarios. Es una jugada mucho más inmediata que esperar a que la gente adopte cascos de realidad virtual de forma masiva.

Llama y la batalla por la IA abierta

Paralelamente, Meta está apostando fuerte por los modelos de IA de código abierto, con la familia Llama como punta de lanza. Lejos del concepto cerrado de “jardín vallado” que dominó la era de las redes sociales, la compañía busca ahora seducir a desarrolladores y empresas permitiéndoles adaptar y desplegar sus propios modelos basados en la tecnología de Meta.

Esta estrategia pretende diferenciarla frente a rivales como OpenAI o Google, que han optado por ecosistemas más controlados. Si Meta consigue consolidarse como el referente de la IA abierta, podría ganar influencia en el plano técnico y empresarial, aunque ya sea fuera del relato del metaverso que impulsó hace apenas unos años.

La respuesta de los mercados: menos sueños, más números

El giro no ha sido recibido con pánico; todo lo contrario. Los analistas llevan tiempo pidiendo disciplina de gasto y foco en negocios con retorno claro, y el mercado lo ha premiado con subidas destacadas en la cotización de Meta. Los recortes en el metaverso se leen, sobre todo, como una corrección de rumbo: dejar de quemar dinero en una visión a largo plazo que no da frutos y concentrarse en una carrera —la de la IA— que ya está generando ingresos y casos de uso concretos.

Para los trabajadores de Reality Labs, el escenario es mucho menos optimista. Las filtraciones apuntan a reestructuraciones profundas e incluso posibles despidos a partir de 2026, un peaje habitual cuando una compañía decide que un área deja de ser estratégica.

¿Queda futuro para el metaverso?

La gran incógnita es si este giro supone el entierro definitivo del metaverso o solo un “hasta luego” táctico. La historia reciente de la tecnología muestra que pocas ideas mueren del todo: suelen hibernar, reencarnarse o encontrar su nicho.

Lo que sí parece claro es que, al menos en esta fase, Meta ha aceptado que su prioridad ya no es construir un universo virtual donde vivamos, trabajemos y socialicemos con gafas puestas las 24 horas, sino liderar —o al menos no perder— la batalla de la inteligencia artificial generativa.

El metaverso, por ahora, pasa a un discreto segundo plano. La IA, en cambio, se queda con los focos… y con el presupuesto.