El canciller Bruno Rodríguez denuncia una campaña de «mentiras» sobre narcotráfico y terrorismo

Cuba acusa a Estados Unidos de manipular información para justificar intervención militar en Venezuela

Bruno Rodríguez, canciller de Cuba, en rueda de prensa denunciando acusaciones de Estados Unidos contra Venezuela

El canciller cubano Bruno Rodríguez ha acusado a Estados Unidos de construir un relato basado en «mentiras» para justificar una posible agresión militar contra Venezuela. Según el jefe de la diplomacia de La Habana, Washington estaría vinculando al presidente Nicolás Maduro con el narcotráfico y el terrorismo como parte de una estrategia para legitimar un cambio de régimen en Caracas y avanzar sobre sus reservas petroleras. Estas denuncias reactivan las tensiones entre Washington, La Habana y Caracas y vuelven a situar el conflicto venezolano en el centro del tablero geopolítico regional.

El nuevo episodio se inscribe en más de una década de fricciones y acusaciones cruzadas entre Estados Unidos y la alianza formada por Cuba y Venezuela, donde la batalla por el control de los recursos energéticos y la influencia política en América Latina ocupa un lugar central. Mientras tanto, la comunidad internacional observa con cautela un escenario en el que la información se ha convertido en un instrumento más de presión diplomática.

Acusaciones de La Habana

En su intervención, Bruno Rodríguez calificó de «artificio deshonesto» la vinculación entre Nicolás Maduro y actividades de narcotráfico y terrorismo promovida desde instancias del gobierno estadounidense. Para el canciller cubano, estas imputaciones carecen de fundamento y responden a una estrategia de comunicación orientada a erosionar la legitimidad del Ejecutivo venezolano ante la opinión pública internacional.

El gobierno de Cuba sostiene que la narrativa impulsada por Washington busca construir el marco político y jurídico necesario para justificar acciones más contundentes contra Caracas, incluida una eventual intervención militar. En este contexto, los portavoces oficiales insisten en que se trata de una maniobra orquestada en el plano mediático y diplomático, y se muestran decididos a refutar cada una de las acusaciones que se difunden en foros internacionales y medios de comunicación.

Intereses energéticos

Uno de los elementos centrales señalados por La Habana es el interés de Estados Unidos por las vastas reservas petroleras de Venezuela, consideradas entre las mayores del mundo. Según la lectura cubana, el recurso energético juega un papel decisivo en la configuración de la presión internacional sobre el gobierno de Maduro y en la insistencia en un cambio político en el país. Este componente económico se suma a la dimensión ideológica del conflicto, reforzando la percepción de una confrontación estructural.

El discurso cubano apunta a que la disputa va más allá de la figura de Nicolás Maduro y se extiende a la capacidad de Venezuela para controlar sus propios recursos estratégicos. En esta línea, se plantea que la campaña de acusaciones estaría diseñada para abrir la puerta a un mayor control externo sobre el sector petrolero venezolano, un ámbito de máximo interés para potencias energéticamente dependientes y para los mercados internacionales de crudo. 

Tablero geopolítico

Este episodio no puede entenderse de forma aislada. Se enmarca en la larga tensión entre Estados Unidos y gobiernos aliados como Cuba y Venezuela, que durante años han mantenido una alianza política y económica en contraposición a la influencia de Washington en la región. En este tablero, cada declaración pública y cada sanción adquieren un valor estratégico, y la información se utiliza como un instrumento más de presión y defensa.

La hipótesis de que se estaría buscando justificar una intervención militar en Venezuela genera inquietud entre actores regionales e internacionales, que temen que una escalada de este tipo comprometa la estabilidad latinoamericana. Organismos multilaterales, gobiernos de la región y socios extrarregionales siguen de cerca el desarrollo de los acontecimientos, conscientes de que cualquier deterioro adicional podría tener impacto en ámbitos como la seguridad, las migraciones y el mercado energético, con potencial para desencadenar nuevas crisis encadenadas.

La posición de Maduro

Desde Caracas, el presidente Nicolás Maduro mantiene un discurso de apertura al diálogo, al tiempo que rechaza de forma categórica las acusaciones que vinculan a su gobierno con el narcotráfico y el terrorismo. El líder venezolano insiste en que su país es víctima de una campaña internacional dirigida a forzar un cambio de régimen y a debilitar las estructuras del Estado bajo el argumento de la defensa de la democracia y los derechos humanos.

Maduro presenta a Venezuela como un actor que sufre agresiones externas y que intenta preservar su soberanía frente a presiones políticas, económicas y mediáticas. Sin embargo, la experiencia de intentos previos de negociación y los numerosos episodios de desconfianza y acusaciones cruzadas entre las partes dificultan la credibilidad de cualquier proceso de diálogo. La posibilidad de una salida negociada sigue sobre la mesa, pero su viabilidad se percibe limitada por la polarización interna venezolana y por las presiones geopolíticas externas.