Tensión máxima en el Báltico mientras la OTAN activa consultas

Moscú niega la incursión en Estonia y acusa a Tallin de “fabricar” el incidente

Moscú niega la incursión en Estonia y acusa a Tallin de “fabricar” el incidente

El Kremlin rechaza como “vacías” y “sin fundamento” las acusaciones de que cazas rusos entraron en el espacio aéreo estonio. Tallin sostiene que tres MiG-31 vulneraron su soberanía durante 12 minutos el viernes 19 de septiembre y forzó consultas del Artículo 4 en la OTAN. La Alianza tratará el caso el martes 23, en plena escalada de incidentes aéreos en la región.

Rusia ha salido al paso para negar cualquier violación de fronteras. El portavoz Dmitri Peskov calificó de “vacías” y “sin fundamento” las denuncias de Estonia y enmarcó el episodio en un supuesto intento de “elevar la tensión y crear un clima de confrontación”. Moscú insiste en que sus tripulaciones operan conforme al derecho internacional y que no hay pruebas de lo contrario, postura que amplifica la narrativa de que Occidente sobredimensiona cada roce en el Báltico. 

La versión de Tallin es diametralmente opuesta. Según las autoridades estonias, tres MiG-31 cruzaron su espacio aéreo sobre el Golfo de Finlandia durante 12 minutos el viernes 19 de septiembre, desoyendo comunicaciones, hasta que fueron interceptados por F-35 italianos desplegados en la misión Baltic Air Policing. La propia OTAN tachó el comportamiento de “temerario” y confirmó la respuesta inmediata de sus cazas. 

El Gobierno estonio activó el Artículo 4 del Tratado de Washington, el mecanismo de consultas cuando un aliado percibe una amenaza a su integridad o seguridad. Con ese paraguas, el Consejo del Atlántico Norte debatirá el incidente el martes 23 de septiembre, en una reunión que llega con aliados pidiendo señales claras de disuasión y transparencia sobre los datos de radar. 

El capítulo también salta a Naciones Unidas: está previsto un briefing del Consejo de Seguridad específicamente sobre la incursión alegada por Estonia, un movimiento poco habitual que pretende internacionalizar la queja y fijar un coste diplomático a futuros episodios.

No se trata de un hecho aislado. Días antes, Varsovia denunció la penetración de más de una veintena de drones rusos en su espacio, y este fin de semana Alemania envió Eurofighters para identificar un avión de reconocimiento ruso Il-20M que volaba con el transpondedor apagado sobre el Báltico. La sucesión de roces alimenta la tesis de una campaña para “probar” la vigilancia, los tiempos de reacción y los límites políticos de la OTAN. 

Para el lector de Negocios TV, el ángulo económico es evidente: cada incidente empuja una prima de riesgo geopolítico que los mercados descuentan con rapidez en activos sensibles a la seguridad europea —desde utilities y logística portuaria del Báltico hasta aseguradoras de comercio marítimo— y añade ruido a un tablero ya tensionado por Ucrania y por el encarecimiento de coberturas de riesgo. La clave a corto plazo será si la OTAN publica trazas y registros que robustezcan el relato aliado y si Moscú mantiene el tono de negación sin aportar datos. A medio plazo, lo relevante será la respuesta aliada: reforzar misiones, endurecer reglas de interceptación y, sobre todo, evitar una escalada por error en un espacio aéreo densísimo.

Lo que viene ahora es esencialmente político. Si el martes la OTAN cierra filas y fija líneas rojas comunicadas con claridad, reducirá el incentivo a nuevos “tests” de reacción. Si, por el contrario, la cita se traduce en declaraciones tibias, veremos más episodios grises sobre el Báltico. En esa intersección entre estrategia y percepción se moverán, también, los precios.