Ningún bando gana realmente en el último acuerdo presupuestario en EE. UU.
El politólogo Jorge Villarroya analiza el acuerdo que terminó con el cierre de gobierno en Estados Unidos, destacando que ni demócratas ni republicanos salen verdaderos ganadores. Mientras tanto, Trump se posiciona como el actor capaz de sacar provecho del caos político.
En un escenario político estadounidense cada vez más fragmentado, el reciente acuerdo para poner fin al cierre del gobierno refleja, más que victorias unilaterales, un complejo juego de concesiones con efectos profundos para cada partido. El politólogo Jorge Villarroya analiza por qué ni demócratas ni republicanos pueden considerarse ganadores y cómo Donald Trump emerge, una vez más, como un actor que sabe capitalizar la incertidumbre mejor que nadie.
Después de semanas de tensión, demócratas y republicanos alcanzaron un pacto para reabrir el gobierno, pero este resultado no es un triunfo claro para ninguno. Para Villarroya, ambas fuerzas se vieron forzadas a ceder en puntos neurálgicos, algo que ha generado descontento palpable entre sus bases más ideológicas.
Entre los demócratas, las voces críticas, particularmente desde el ala progresista, cuestionan la dirección tomada. En el otro extremo, la consolidación del movimiento MAGA muestra signos de desgaste, con franjas que comienzan a distanciarse de Trump, lo que podría traducirse en un debilitamiento electoral futuro.
La fractura interna dentro del Partido Demócrata se acentúa con representantes como Zohran Mamdani alzando la voz contra lo que consideran un alejamiento de las promesas electorales. Este malestar pone en jaque la cohesión del partido y su capacidad para mantener su base progresista comprometida.
Fallas y tensiones en el movimiento MAGAMientras tanto, el ala más radical del Partido Republicano, con Trump a la cabeza, enfrenta sus propios retos. La imagen del líder como estratega del caos no está exenta de riesgos, pues la posible fragmentación del movimiento podría traducirse en abstención o pérdida de poderes en futuras elecciones.
Villarroya advierte que en un 'contexto de aceleración histórica' la atención del público cambia tan rápido que las consecuencias del pacto pueden quedar relegadas y olvidadas en poco tiempo. No es raro, entonces, que la política hoy se mueva a un ritmo donde las heridas de estos acuerdos superan a las recompensas inmediatas.
Así, este pacto presupuestario representa un reajuste necesario pero tortuoso para ambos bandos, obligándolos a navegar entre la imperiosa búsqueda de estabilidad y la presión de sus propios sectores más recelosos.