Geopolítica al rojo vivo

Corea del Norte y Rusia pisan el acelerador: comité económico relámpago y audiencia con Putin activan el nuevo eje anti-sanciones

EPA/AHMAD YUSNI Pyongyang y Moscú pisan el acelerador: comité económico relámpago y audiencia con Putin activan el nuevo eje anti-sanciones

Corea del Norte y Rusia han celebrado en Pyongyang una reunión de su comité intergubernamental para ejecutar planes de cooperación económica, apenas horas después de que la ministra de Exteriores norcoreana, Choe Son-hui, fuese recibida por Vladimir Putin en el Kremlin y completara una escala en Minsk. La secuencia encadena diplomacia, economía y seguridad en un mismo guion y anticipa más presión sobre el tablero energético y logístico global.

La señal llegó en dos tiempos. Primero, el viaje de Choe Son-hui a Moscú, con reunión en el Kremlin incluida, donde Putin subrayó que la relación “progresa según lo previsto”. Ese encuentro, confirmado por la agencia estatal norcoreana y replicado por medios internacionales, se produce en pleno refuerzo del vínculo estratégico entre ambos países y deja un mensaje nítido: la interlocución política al más alto nivel está abierta y operativa. 

El segundo movimiento fue económico. En Pyongyang aterrizó una delegación rusa encabezada por Alexander Kozlov, ministro de Recursos Naturales y copresidente del Comité Intergubernamental Rusia–RPDC para la Cooperación en Comercio, Economía, Ciencia y Tecnología. Al frente de la parte norcoreana, Yun Jong-ho, ministro de Relaciones Económicas Exteriores. El formato —la comisión bilateral— no es nuevo, pero su calendario y el énfasis en “implementar” acuerdos elevan el listón: ahora se trata de ejecutar. 

En paralelo, Choe Son-hui viajó a Bielorrusia para participar en la Conferencia de Seguridad Euroasiática de Minsk, donde Minsk y Pyongyang pactaron “ampliar la cooperación en todos los ámbitos”. De regreso a Pyongyang este viernes, la jefa de la diplomacia norcoreana cerró una gira que sincroniza tres capitales —Moscú, Minsk y Pyongyang— en torno a una misma narrativa: contención de sanciones, coordinación política y aceleración de intercambios. 

¿Por qué importa para mercados y empresas europeas? Porque el vector económico del eje Moscú–Pyongyang apunta a sectores sensibles para las cadenas de suministro: materias primas, logística terrestre y marítima en el Extremo Oriente ruso, y eventuales flujos de trabajo y servicios técnicos. No se trata solo de comercio; es la arquitectura de una economía de guerra que busca respiraderos frente a las sanciones occidentales. Cada paso en ese comité intergubernamental puede traducirse en rutas alternativas, acuerdos de trueque (energía por capacidades industriales y viceversa) y mayores coberturas financieras entre aliados.

La dimensión de seguridad no es menor. El impulso político que respalda Putin —con audiencias al máximo nivel— sugiere que la cooperación trasciende lo económico y se filtra al terreno estratégico. La secuencia de las últimas semanas —desde señales militares norcoreanas hasta el desfile de delegaciones de alto rango— encaja con el patrón de “acople” observado desde 2024: más visitas, más protocolos y más compromisos a largo plazo. Para el inversor, esto significa un riesgo geopolítico más persistente en Asia-Pacífico, con posibles impactos en fletes, primas de seguro marítimo y precios de energía y fertilizantes si el comercio regional reconfigura rutas o disponibilidad.

Al mismo tiempo, el frente bielorruso funciona como puente político y logístico hacia Eurasia. Que Minsk y Pyongyang hablen de cooperación “en todos los ámbitos” confirma la voluntad de tejer una red paralela: menos dependencia del canal dólar/euro, más transacciones entre jurisdicciones alineadas y, previsiblemente, más opacidad en los flujos. De nuevo, implicaciones directas para compliance, due diligence y exposición a sanciones secundarias para compañías europeas con operaciones en el Este. 

¿Qué viene ahora? La hoja de ruta que marcan los comités bilaterales suele traducirse en protocolos sectoriales en cuestión de semanas: transporte, puertos, energía y ciencia/tecnología son los cajones habituales. El hecho de que la visita de Kozlov —quien ya ha pilotado acuerdos previos— coincida con la vuelta de Choe refuerza la sensación de “ventana de ejecución”. En términos de cobertura, conviene vigilar nuevas menciones en KCNA y en las carteras de recursos y transporte de Rusia: es ahí donde suelen asomar los próximos pasos. 

Pyongyang y Moscú han pasado del gesto al despliegue. La diplomacia prepara el terreno, el comité bilateral pone el ladrillo y la geopolítica hace el resto. El resultado es un eje que, lejos de bajar marchas, acelera.