Rusia bajo asedio: Moscú dice haber derribado 251 drones ucranianos en la noche más intensa desde el inicio de la guerra
La escalada entre Rusia y Ucrania alcanzó un nuevo nivel tras el anuncio del Ministerio de Defensa ruso, que afirmó haber neutralizado 251 drones ucranianos durante la madrugada del lunes, una cifra sin precedentes desde el inicio de la invasión en 2022. Los aparatos fueron derribados en Crimea, el mar Negro y regiones fronterizas como Kursk y Bélgorod, en lo que Moscú describe como “el mayor ataque coordinado” contra su territorio.
La madrugada del lunes marcó un punto de inflexión en la guerra aérea que enfrenta a Rusia y Ucrania. Según fuentes oficiales rusas, el país fue objeto de un ataque masivo con drones, el más grande registrado desde el estallido del conflicto en febrero de 2022. El Ministerio de Defensa ruso informó que sus sistemas antiaéreos lograron interceptar y destruir 251 aeronaves no tripuladas que se dirigían hacia distintos puntos estratégicos del país.
El comunicado detalla que 40 drones fueron abatidos sobre la península de Crimea, región anexionada por Moscú en 2014 y clave en la defensa del sur ruso. Otros 62 aparatos fueron neutralizados en torno al mar Negro, incluyendo uno que, según las autoridades, intentaba alcanzar Moscú. En las regiones fronterizas de Kursk y Bélgorod, también se reportaron incursiones frustradas, aunque sin víctimas ni daños materiales confirmados.
Si las cifras se verifican, se trataría de la mayor ofensiva aérea con drones ucranianos desde el inicio de la guerra, un indicio de la creciente capacidad operativa de Kiev y de su estrategia de presión constante sobre la infraestructura militar rusa. Sin embargo, como suele ocurrir en el terreno informativo del conflicto, las fuentes independientes no han podido confirmar de manera plena los datos difundidos por el Kremlin.
Los analistas militares coinciden en que este episodio refleja una intensificación de la guerra tecnológica. Ucrania, con el apoyo logístico y de inteligencia de sus aliados occidentales, ha ido mejorando el alcance, autonomía y precisión de sus drones, convirtiéndolos en una herramienta clave para hostigar objetivos rusos sin exponer a sus tropas. Al mismo tiempo, Rusia ha reforzado sus sistemas de defensa antiaérea, logrando una eficacia creciente en la detección y neutralización de estos dispositivos.
En lo que parece un nuevo equilibrio de fuerzas aéreas, la guerra de drones se ha convertido en un laboratorio de innovación bélica. Moscú asegura que su red de defensa “funciona con plena eficacia”, mientras que Kiev interpreta cada ataque como una demostración de resistencia y de capacidad para penetrar las líneas rusas.
Más allá del impacto militar, el episodio tiene importantes implicaciones políticas y estratégicas. En un momento en que las negociaciones internacionales permanecen estancadas y los frentes terrestres avanzan lentamente, la escalada aérea introduce un factor de imprevisibilidad que podría cambiar el curso del conflicto.
Las próximas semanas serán clave para determinar si este ataque marca el inicio de una nueva fase de guerra asimétrica, con Ucrania recurriendo de manera más intensa a operaciones de sabotaje y ataques en profundidad, o si se trata simplemente de una ofensiva puntual destinada a mantener la presión psicológica sobre Moscú.
Por ahora, el Kremlin ha intentado proyectar una imagen de control total, subrayando que “todas las amenazas fueron neutralizadas”. Sin embargo, el hecho de que un número tan alto de drones haya sido lanzado en una sola noche revela un salto cualitativo en la estrategia ucraniana y anticipa un conflicto que, lejos de apagarse, se reconfigura con mayor sofisticación tecnológica y riesgo de expansión.