La Segunda Guerra Fría ya es oficial: EE.UU. y China se reparten el mundo

La Segunda Guerra Fría ya es oficial: EE.UU. y China se reparten el mundo

El director del Instituto Beatriz Galindo, Santiago Armesilla, expone ante Negocios TV la existencia de una Segunda Guerra Fría entre Estados Unidos y China, marcada por un enfrentamiento de bloques con diferencias culturales, ideológicas y económicas significativas, además del rol crucial del poder blando en esta nueva era.

¿Estamos realmente ante una nueva Guerra Fría? Santiago Armesilla, director del Instituto Beatriz Galindo - La Latina, lo asegura con rotundidad: la Segunda Guerra Fría no es una mera especulación, sino un fenómeno palpable desde hace algunos años. Según él, este enfrentamiento no es un simple conflicto económico o político aislado, sino una reconfiguración del poder mundial que ya divide el planeta en dos grandes bloques.

El nacimiento de la Segunda Guerra Fría

El origen de esta etapa bélica es reciente, sitiada aproximadamente en 2019, con la intensidad de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Esa disputa abrió una brecha que va más allá de aranceles y acuerdos; es un choque entre modelos y formas de entender el poder global.

Armesilla enfatiza que los medios y analistas deben familiarizarse con este concepto para contextualizar mejor los acontecimientos internacionales. ¿Por qué? Pues porque, a diferencia del primer enfrentamiento frío entre EE.UU. y la URSS, ahora el tablero está dominado por una potencia asiática que no es mera copia de su predecesora soviética.

Un conflicto entre bloques

Por un lado, se encuentra el bloque anglosajón capitalista, liderado principalmente por Estados Unidos. Este grupo no solo controla fuerzas militares robustas, sino que también ejerce un poder blando —ese que moldea opiniones y cultura mediante cine, tecnología y medios masivos— para sostener su hegemonía.

Al otro extremo, la República Popular China representa una potencia contraria, pero no en términos estrictamente ideológicos como la URSS, sino en una amalgama que conjuga socialismo y un profundo legado cultural milenario. Esta combinación le da un perfil distinto, marcando un nuevo paradigma de competencia global.

Diferencias fundamentales con la URSS

Mientras la Unión Soviética buscaba expandir su ideología comunista de manera férrea y homogénea, China exhibe una postura mucho más matizada. Conserva elementos socialistas, sí, pero también se abraza a tradiciones confucianas y taoístas que configuraron su identidad a lo largo de miles de años.

Ello implica un choque no solo económico o militar, sino también cultural y filosófico. Esa herencia única hace que no podamos simplemente calcar las dinámicas de la Guerra Fría anterior sobre el presente.

El poder blando y la construcción de hegemonía

Estados Unidos, según Armesilla, continúa apostando a su modelo de vida: capitalismo de mercado, democracia liberal e individualismo. Pero no basta con la fuerza bruta; la batalla se libra también en el terreno simbólico y cultural.

A través de Hollywood, la industria tecnológica, la ciencia y hasta videojuegos, EEUU intenta consolidar un status quo favorable a sus valores. ¿No es curioso cómo tantos aspectos de la cultura popular global reflejan ese dominio político? El poder blando es, quizá, la última frontera para dominar el mundo sin disparar un solo tiro.