Taiwán denuncia 29 aviones y 7 buques chinos en su zona aérea: Pekín cruza de nuevo la línea roja del Estrecho
El Ministerio de Defensa de Taiwán ha informado de la detección de 29 aeronaves del Ejército Popular de Liberación y 7 buques de la Armada china operando alrededor de la isla, con 17 de esos aviones cruzando la línea media del Estrecho y entrando en su zona de identificación de defensa aérea. El episodio llega apenas un día después de otro despliegue similar y confirma un patrón de presión militar constante por parte de Pekín.
Escalada medida: más incursiones, menos margen político
Según los datos publicados por el Ministerio de Defensa taiwanés, hasta las 6:00 de la mañana (hora local) se habían detectado 29 aparatos militares chinos y 7 buques operando en las inmediaciones de la isla. De ellos, 17 cruzaron la línea media del Estrecho de Taiwán y penetraron en las zonas de identificación de defensa aérea del norte, centro y suroeste. Las fuerzas armadas taiwanesas respondieron desplegando cazas, unidades navales y sistemas de misiles terrestres para vigilar los movimientos y emitir advertencias por radio.
La llamada línea media del Estrecho ha funcionado durante décadas como una frontera no escrita entre ambos lados, una especie de cortafuegos tácito para evitar incidentes directos. Su cruce repetido por parte de aeronaves chinas se ha convertido en uno de los símbolos más visibles de la nueva etapa de tensión en la región. Pekín, que considera a Taiwán parte de su territorio, ha dejado de respetar esta referencia desde hace meses, utilizando estas incursiones como herramienta de presión política y militar.
El Ministerio de Defensa taiwanés recordó además que un día antes ya se habían registrado 24 salidas de aviones chinos, de las cuales 16 también cruzaron la línea media y entraron en la ADIZ taiwanesa. Es decir, dos jornadas consecutivas con un nivel de actividad elevado, que se suma a una larga secuencia de episodios similares a lo largo de 2024 y 2025.
Guerra de nervios en el aire y en el mar
Las incursiones aéreas y navales forman parte de lo que los analistas describen como una “guerra de zona gris”: operaciones constantes, por debajo del umbral de un conflicto abierto, destinadas a desgastar a las fuerzas taiwanesas, testar sus tiempos de reacción y enviar un mensaje político tanto a la isla como a sus aliados.
Para Taiwán, cada salida de cazas, cada radar activado y cada despliegue de misiles supone consumo de recursos, estrés operativo y riesgo de incidente. Un error de cálculo, una maniobra demasiado agresiva o una mala interpretación en cabina puede convertir una jornada de “rutina tensa” en una crisis de primer orden.
Pekín, por su parte, aprovecha este tipo de acciones para reafirmar su reclamación sobre la isla y mostrar músculo hacia el interior, en un contexto de desaceleración económica y mayor presión social. Cada parte del operativo —aviones de combate, aviones de alerta temprana, drones, barcos de superficie— contribuye a pintar la imagen de una presencia china “normalizada” alrededor de Taiwán.
Estados Unidos, Japón y el mensaje a la región
Aunque el episodio se ha producido sin incidentes mayores, el mensaje viaja mucho más allá de Taipéi. Estados Unidos mantiene su política de apoyo a la defensa de Taiwán, con ventas de armas avanzadas y presencia regular de buques en el Pacífico occidental. Japón, cada vez más explícito en su preocupación por un posible conflicto en el Estrecho, ha advertido en los últimos meses de que una crisis en Taiwán afectaría directamente a su seguridad nacional.
En este contexto, cada incremento en el número de aparatos o buques chinos detectados se lee como un termómetro de la tensión regional. No es solo una cuestión de números: importa la frecuencia, la composición de las fuerzas desplegadas y, sobre todo, el mensaje político. Al multiplicar las incursiones, Pekín lanza una señal clara: no acepta el statu quo actual y está dispuesto a usar su poder militar para subrayarlo.
Un equilibrio cada vez más frágil
Para Taiwán, el desafío es doble. En el plano militar, debe responder sin escalar, mantener su espacio aéreo seguro y evitar ofrecer a China el pretexto que podría utilizar para justificar una acción mayor. En el plano político, el gobierno taiwanés tiene que tranquilizar a su población sin minimizar el riesgo real que suponen estas operaciones.
La sucesión de jornadas como esta —29 aviones hoy, 24 ayer, más las incursiones casi diarias de semanas anteriores— dibuja un escenario en el que la normalidad ya es la tensión permanente. Mientras no haya un canal de diálogo estable entre Pekín y Taipéi, y mientras Washington y sus aliados sigan reforzando su presencia en la zona, el margen de error será cada vez más estrecho.
Hoy, la noticia es que no ha pasado nada irreversible. Pero el cielo del Estrecho de Taiwán se está convirtiendo en una de las líneas de falla más delicadas del mapa geopolítico mundial, y cada radar encendido recuerda lo fácil que sería cruzar esa frontera invisible.