Trump presiona a una Europa debilitada mientras la defensa común se tambalea
El analista político Joseph Hague advierte que Europa atraviesa uno de sus momentos más débiles, con líderes cuestionados y una dependencia militar creciente de Estados Unidos. La estrategia de Donald Trump, que “huele la sangre” de sus socios europeos, pone en evidencia la falta de cohesión y visión de futuro en el continente.
Europa enfrenta una encrucijada marcada por la falta de liderazgo, la presión de Estados Unidos y la fragilidad de su estrategia común de defensa. Así lo subraya Joseph Hague, analista político, quien sostiene que el continente “está más débil que nunca” mientras Donald Trump aprovecha la coyuntura para marcar el paso de la política de seguridad y defensa europea.
El diagnóstico parte de un hecho incuestionable: Europa continúa dependiendo de Estados Unidos para sostener su estructura militar. A pesar de los anuncios de aumento del gasto en defensa en países como Alemania, Polonia o Dinamarca, los números y las capacidades siguen mostrando una brecha que refuerza la centralidad de Washington en la OTAN. Esta dependencia, explica Hague, se traduce en una política exterior condicionada, donde los intereses estadounidenses pesan más que las aspiraciones de soberanía europea.
El conflicto en Ucrania es el epicentro de esta tensión. Trump logró que Putin aceptara ciertas garantías de seguridad bajo el paraguas del Artículo 5 de la OTAN, lo que en teoría blinda a Ucrania. Sin embargo, la posibilidad de una fuerza multinacional que realmente proteja al país sigue siendo lejana. A ello se suma la incapacidad europea para coordinarse eficazmente: la dispersión de responsabilidades entre los estados miembros retrasa cualquier respuesta contundente frente a Moscú.
Más allá del frente militar, la situación interna de los países europeos añade más presión. Francia vive un momento crítico con Emmanuel Macron cuestionado incluso por voces que piden su renuncia. España, por su parte, es señalada por su gestión deficiente de la inmigración, un asunto que se ha convertido en combustible político para el populismo y que alimenta divisiones sociales. La crisis migratoria, en palabras de Hague, erosiona la cohesión social y enturbia la toma de decisiones estratégicas.
La comparación con Estados Unidos resulta inevitable. Mientras la opinión pública norteamericana se muestra cansada de las “guerras innecesarias” y exige un enfoque más económico que militar, Trump capitaliza ese sentimiento con un discurso directo que contrasta con la burocracia europea. Su estilo “no político” le permite ganar terreno en un escenario donde los líderes europeos se ven desgastados y sin un proyecto común convincente.
Hague plantea que la única salida viable para Europa pasa por asumir su responsabilidad y defender sus valores occidentales sin depender completamente de Washington. La historia del continente, marcada por invasiones y conflictos, es un recordatorio de la necesidad de actuar con unidad y firmeza.
El futuro inmediato depende de decisiones clave, como la actuación de la coalición de voluntarios y la eventual presencia de tropas en Ucrania. Europa necesita pasar de los gestos a la acción y demostrar que puede sostener su seguridad y estabilidad sin ser únicamente un apéndice de la estrategia norteamericana. La coordinación real con Estados Unidos es necesaria, pero la autonomía europea es el gran desafío pendiente.