Trump reabre la herida de Gaza al recibir al último rehén estadounidense liberado por Hamás
El presidente de Estados Unidos se reunió en la Casa Blanca con Edan Alexander, el último ciudadano norteamericano-israelí liberado tras 584 días de cautiverio en Gaza. El gesto, cargado de simbolismo político, revive el debate sobre la política exterior estadounidense y su papel en Oriente Medio.
Donald Trump ha vuelto a situarse en el centro de la escena internacional con un encuentro que mezcla emoción, política y cálculo electoral.
El presidente recibió en la Casa Blanca a Edan Alexander, el último rehén estadounidense que logró salir con vida de las garras de Hamás. Alexander, de 21 años, fue liberado en mayo tras pasar 584 días de cautiverio desde el ataque del 7 de octubre de 2023, una fecha que cambió para siempre la percepción global del conflicto entre Israel y Palestina.
Trump aprovechó la reunión para subrayar su compromiso con la seguridad de los ciudadanos estadounidenses en el extranjero y su histórica alianza con Israel.
Según fuentes cercanas, el encuentro también incluyó a la familia de Omer Neutra, otro joven con doble nacionalidad estadounidense e israelí, que fue dado por muerto tras el asalto inicial de Hamás. Su cuerpo, aún retenido en Gaza, simboliza la tragedia que sigue sin cerrarse.
La fotografía del presidente junto al joven liberado ha generado fuertes reacciones tanto en Washington como en Tel Aviv. Para sus seguidores, la escena representa la imagen de un líder fuerte que no abandona a los suyos. Para sus críticos, sin embargo, se trata de un movimiento mediático en plena escalada de tensiones en la región y a pocos meses de las elecciones.
El contexto no puede ser más delicado. Mientras Israel continúa su ofensiva en el sur de Gaza, los intentos diplomáticos de alto el fuego avanzan a paso lento. Washington, bajo la administración actual, mantiene una postura ambigua: defiende el derecho de Israel a la autodefensa, pero enfrenta crecientes presiones internas y externas para poner fin al conflicto.
La visita de Alexander no solo reabre la herida emocional del 7 de octubre, sino que también obliga a reflexionar sobre el papel de Estados Unidos en la región. Desde su primera presidencia, Trump ha mantenido una narrativa firme en apoyo a Israel, impulsando los Acuerdos de Abraham y trasladando la embajada estadounidense a Jerusalén. Hoy, esa línea vuelve a marcar distancia con la diplomacia más prudente de la Casa Blanca.
En declaraciones posteriores, Trump calificó a Alexander de “héroe” y afirmó que su liberación “representa la fortaleza del pueblo estadounidense ante el terrorismo”. El joven, visiblemente emocionado, agradeció la solidaridad recibida y pidió no olvidar a los que aún permanecen desaparecidos.