Washington autoriza la venta de 70.000 chips de IA a Arabia Saudí y Emiratos
El Departamento de Comercio de Estados Unidos ha autorizado la venta de hasta 70.000 chips avanzados de inteligencia artificial a dos compañías estatales de Arabia Saudí y de los Emiratos Árabes Unidos, según adelantó The Wall Street Journal. Bajo la operación, las firmas estadounidenses podrán suministrar hasta 35.000 servidores Nvidia GB300, o equipos equivalentes, a cada uno de los dos clientes: G42, el grupo de IA controlado por Abu Dabi, y Humain, una empresa de inteligencia artificial respaldada por el Gobierno saudí. La aprobación llega acompañada de estrictas condiciones de control para garantizar que ni China ni Huawei se beneficien indirectamente de esta tecnología, supervisadas por la Bureau of Industry and Security (BIS), la rama de control de exportaciones del propio Departamento de Comercio.
Este movimiento supone un giro en la política estadounidense hacia la región del Golfo en materia de semiconductores avanzados y se produce en un contexto de intensa competencia tecnológica global en torno a los chips de alto rendimiento para IA. Washington combina así la voluntad de reforzar la cooperación con aliados estratégicos de Oriente Medio con su objetivo de mantener un férreo control sobre la difusión de hardware crítico que podría reforzar las capacidades tecnológicas de Pekín.
Operación autorizada
Según las autorizaciones concedidas, empresas estadounidenses podrán vender hasta 35.000 servidores Nvidia GB300 o sistemas de capacidad equivalente a G42 y otros 35.000 a Humain, lo que eleva el techo de la operación a 70.000 unidades de hardware avanzado para cómputo de inteligencia artificial. Estos servidores integran los procesadores Blackwell B300 de Nvidia, considerados entre los chips más potentes del mercado para entrenar y ejecutar modelos de IA de gran escala.
Diversas estimaciones sitúan el valor conjunto de las autorizaciones en torno a los 1.000 millones de dólares, en línea con las grandes inversiones en centros de datos y supercomputación que Arabia Saudí y Emiratos están impulsando para posicionarse como polos globales de inteligencia artificial.
G42 y Humain, los receptores
Los principales receptores del hardware serán G42, conglomerado tecnológico emiratí centrado en soluciones de inteligencia artificial y computación en la nube, y Humain, una nueva apuesta saudí por construir una infraestructura propia de IA respaldada por el Estado. Ambas compañías forman parte de la estrategia de Riad y Abu Dabi para acelerar la diversificación económica y reducir su dependencia de los hidrocarburos mediante inversiones masivas en sectores de alta tecnología.
En el caso de Humain, el acuerdo con Estados Unidos se suma a otros anuncios recientes de colaboración con grandes tecnológicas y fabricantes de chips como AMD, así como a planes para desarrollar grandes centros de datos de alta capacidad en territorio saudí. Por su parte, G42 ya se ha situado en el centro del ecosistema digital emiratí, con proyectos que abarcan desde la nube soberana hasta aplicaciones de IA en sanidad, seguridad y servicios públicos, y mantiene alianzas con varios proveedores estadounidenses de tecnología avanzada.
Salvaguardas frente a China
La autorización no es un cheque en blanco. De acuerdo con las fuentes citadas por el WSJ, las licencias de exportación están sujetas a estrictas “guardrails” o salvaguardas diseñadas para impedir que los chips o el acceso a su potencia de cálculo acaben beneficiando a China o a empresas vetadas como Huawei.
La Bureau of Industry and Security será la encargada de monitorizar el cumplimiento de estas condiciones, que pueden incluir obligaciones de reporte, restricciones a la interconexión con terceros países, auditorías técnicas y, llegado el caso, la revocación de las licencias si se detectan desvíos. Estas cautelas se inscriben en el marco más amplio de los controles de exportación estadounidenses sobre chips avanzados, que desde 2022 han endurecido el acceso de Pekín a procesadores de alto rendimiento para usos de defensa, vigilancia o supercomputación.
Competencia tecnológica y geopolítica
La decisión de Washington se produce en un momento en el que Estados Unidos busca equilibrar dos objetivos: mantener su liderazgo en la cadena global de semiconductores y, al mismo tiempo, limitar el avance tecnológico de China en ámbitos considerados estratégicos. Permitir ventas masivas de hardware de IA a aliados del Golfo, pero blindarlas contra una posible reexportación o acceso indirecto desde Pekín, responde a ese doble enfoque.
Los chips de última generación como los Blackwell B300 son esenciales para entrenar modelos de lenguaje de gran tamaño, sistemas de visión artificial y aplicaciones de defensa o ciberseguridad basadas en IA. El control sobre quién puede comprarlos, bajo qué condiciones y con qué supervisión se ha convertido en uno de los instrumentos centrales de la política industrial y exterior de Washington, junto con los incentivos domésticos a la fabricación de semiconductores y las alianzas tecnológicas con socios considerados “de confianza”.
Ambiciones de IA en el Golfo
Tanto Arabia Saudí como los Emiratos Árabes Unidos han multiplicado en los últimos años sus anuncios de inversión en inteligencia artificial, supercomputación y centros de datos, con el objetivo declarado de situarse entre los principales hubs tecnológicos del planeta. Los planes incluyen desde la construcción de grandes infraestructuras energéticas para alimentar granjas de servidores hasta programas de atracción de talento internacional y creación de marcos regulatorios favorables a la innovación.
El acceso a hardware avanzado estadounidense refuerza esa estrategia y podría acelerar el despliegue de modelos de lenguaje propios, servicios de nube de alta capacidad y aplicaciones de IA en sectores como la sanidad, las finanzas o la administración pública. A la vez, coloca a la región en el centro de la disputa global por el control de la infraestructura que hará posible la próxima generación de servicios digitales.
Un paso más en la carrera de la IA
La autorización de la venta de 70.000 chips de IA a G42 y Humain representa un nuevo capítulo en la carrera por el dominio de la inteligencia artificial y los semiconductores avanzados. Para Washington, supone la apuesta por consolidar a sus socios del Golfo como clientes preferentes de su tecnología, siempre bajo la condición de que no se conviertan en vías de escape para eludir los controles impuestos a China. Para Arabia Saudí y Emiratos, es una palanca clave para acelerar su salto hacia economías basadas en el conocimiento.
El mensaje de fondo es claro: en el tablero de la IA, el acceso a chips de vanguardia se ha convertido en un instrumento de poder tanto económico como geopolítico. La forma en que se ejecuten estas ventas, y el rigor con el que se apliquen las salvaguardas, determinarán si este movimiento se consolida como un ejemplo de cooperación tecnológica controlada o si reaviva las tensiones en una cadena de suministro ya marcada por la rivalidad entre grandes potencias.