Zelaia lanza una advertencia explosiva: “Rusia avanza imparable y Occidente está jugando con fuego nuclear”
En una conversación en Negocios TV, Adrián Zelaia, presidente de CAI Group, sostiene que la guerra entra en su fase final por el desgaste de Ucrania y alerta de que la respuesta de la UE y Estados Unidos transita hacia una escalada “por pánico”. A su juicio, el “trumpismo” ha retrasado el estallido de un choque directo OTAN–Rusia, pero advierte: si Occidente cruza ciertos umbrales —como el uso ampliado de misiles de largo alcance— Moscú responderá y el riesgo de confrontación crecerá.
Zelaia enmarca la última comparecencia de Vladímir Putin en Sochi en una secuencia de “movimientos preocupantes” que, según su análisis, aceleran la sensación de fin de ciclo. Afirma que Rusia “ganó la guerra de desgaste hace dos años” y que los avances territoriales se han hecho “más continuos”, precipitando el deterioro operativo del ejército ucraniano. Ese horizonte, sostiene, activa el nerviosismo en las capitales europeas y empuja a una estrategia de “más de lo mismo”: subir la apuesta militar para evitar una derrota que tendría, en su interpretación, un alto coste político.
En clave europea, cita las recientes declaraciones de Viktor Orbán para ilustrar el clima: “Bruselas quiere ir a la guerra”. Pero matiza que la UE por sí sola “no tiene capacidad militar” para un choque directo con Moscú; toda deriva dependería de Washington. Y ahí introduce su tesis central sobre Estados Unidos: el “trumpismo” en el poder —con sus vaivenes retóricos— habría contenido durante meses la presión para escalar, reduciendo además la financiación directa al Estado ucraniano, aunque manteniendo inteligencia y suministros indirectos a través de aliados de la OTAN.
Zelaia pide fijarse menos en las palabras y más en los hechos. Reconoce que las declaraciones de Donald Trump —incluidas insinuaciones sobre el envío de armamento— “no ayudan”, pero subraya que el cálculo en Moscú es frío: evaluar si cada provocación busca arrastrar a Rusia a un terreno que no le conviene mientras, asegura, está “a punto de ganar” la campaña en Ucrania. Ese autocontrol, dice, tiene límites. Si la dimensión de los ataques en territorio ruso traspasa ciertas líneas, “no quedará más remedio que responder”, abriendo un escenario de riesgo sistémico entre potencias nucleares.
El analista extiende su mirada a Oriente Medio: Moscú solo respaldaría un plan de paz si encaja con el eje Irán–Hamas–aliados y si se verifican garantías sobre el terreno. Evita, sin embargo, descontar alineamientos automáticos y aboga por observar la ejecución real de cualquier hoja de ruta.
Sobre sanciones, Zelaia es tajante: las más de 30.000 medidas contra Rusia “no han logrado su objetivo”. En su lectura, la economía rusa crece por encima de la europea, ha redirigido exportaciones e importaciones, y la política de castigo ha provocado un “efecto bumerán” en Europa, además de acelerar la consolidación de bloques alternativos como BRICS u Organización de Cooperación de Shanghái. El resultado: un mundo partido “en dos grandes ejes” y un tránsito acelerado del orden unipolar hacia uno multipolar.
Con todo, no descarta nuevas medidas más agresivas de Occidente “aunque les dañen”, presionadas por la urgencia política. Aun así, duda de su eficacia temporal para alterar el curso del conflicto. Su conclusión es doble: a corto plazo, la clave es evitar la escalada que pudiera desencadenar represalias directas; a medio plazo, Europa necesita una estrategia realista que reconozca el nuevo equilibrio de poder y recalcule su autonomía industrial, energética y militar.