Tras la huella del Doolittle Raid: la memoria americana en el corazón de China

Cartel de propaganda estadounidense tras el ataque a Pearl Harbor (1941). Exhibido en el Memorial Hall del Doolittle Raid, Quzhou

Doolittle Raid y la misión estadounidense que encontró refugio en tierras chinas tras bombardear Japón en 1942.

En una remota región de montañas y arrozales al sur de China, donde el calor y la humedad se combinan en una atmósfera asfixiante y constante, una delegación de periodistas camina entre árboles centenarios, templos confucianos y calles impolutas que desafían cualquier cliché. En medio de esta postal sorprendente, casi utópica, hay un rincón que recuerda una historia mucho más áspera.

El peso de la memoria en Quzhou

El Memorial Hall del Doolittle Raid, enclavado en la ciudad de Quzhou, no es solo un museo sobre aviadores perdidos. Es, para esta región, un símbolo de una historia compartida con Estados Unidos en un momento de máxima tensión global. Aquella operación, ejecutada tras el ataque a Pearl Harbor, se convirtió en una leyenda para la narrativa estadounidense. Para China, significó también sangre derramada: las tropas japonesas emprendieron brutales represalias contra los aldeanos que ayudaron a los soldados estadounidenses.

En la visita al memorial, uno percibe un respeto sincero por aquella historia común. Las imágenes, los documentos y las reconstrucciones no glorifican el conflicto, sino que subrayan los vínculos humanos nacidos en el peor momento posible. Más que un museo, el lugar funciona como recordatorio de que, incluso entre escombros y ruinas, puede surgir una alianza.

Paisaje controlado, estética geométrica

Todo en Quzhou parece planificado con escuadra y cartabón: los campos, los edificios, los templos. Hay una estética casi geométrica que transmite orden, disciplina y una voluntad clara de mostrar una “nueva China”. La limpieza de las calles es absoluta. Las fuentes y jardines del templo confuciano de Nanzong, donde se respira una paz casi monástica, refuerzan esa imagen. Allí, un descendiente directo de Confucio habla con voz tranquila sobre tradición, continuidad y armonía. Nada parece fuera de lugar.

Geopolítica en la sombra

Hablar del pasado sin mirar el presente sería ingenuo. La visita al memorial del Doolittle Raid se produce en un momento de renovadas tensiones entre China y Estados Unidos, marcadas por la competencia tecnológica, las rutas comerciales y los equilibrios estratégicos en Asia-Pacífico. Sin embargo, es precisamente en estos espacios de memoria donde ambos países han sabido mantener un hilo de comunicación cultural que trasciende la coyuntura inmediata.

China, consciente del peso simbólico de esta historia compartida, ha sabido preservar estos lugares. No es propaganda, es diplomacia de la memoria. Y quizá también un recordatorio de que las alianzas no siempre nacen de intereses fríos, sino de gestos humanos en momentos extremos.