13 rehenes israelíes libres: el proceso de intercambio gana visibilidad
En un giro inesperado de la diplomacia del conflicto en Gaza, los 13 rehenes israelíes que aún permanecían con vida fueron entregados a la Cruz Roja y serán trasladados a las fuerzas israelíes, según informan medios de aquel país. La liberación, parte de un paquete más amplio de intercambio, marca un momento simbólico de alivio tras meses de agonía.
El lunes amaneció con un pulso político y humanitario en Medio Oriente: los 13 rehenes israelíes que seguían con vida tras meses de cautiverio fueron entregados a la Cruz Roja y se espera que sean formalmente recibidos por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Mientras tanto, los cuerpos de quienes perecieron también serán devueltos en los próximos momentos, según fuentes locales.
Las informaciones extraoficiales señalan que esta fase del proceso de intercambio se hace realidad mientras otros movimientos ocurren simultáneamente: prisioneros palestinos comienzan a subir en autobuses y abandonar su cautiverio, en un movimiento escalonado que acompaña la dinámica de liberaciones.
Este avance diplomático coincide con la visita del presidente estadounidense Donald Trump a Tel Aviv, que llega en un momento clave para supervisar la implementación de la primera etapa del acuerdo de alto el fuego. Su presencia refuerza la percepción de que la mediación internacional está desempeñando un papel decisivo en este proceso.
El paquete de liberaciones deja atrás meses cargados de negociación, presión política y sufrimiento humanitario. Desde el 7 de octubre de 2023, cerca de 251 personas —incluyendo civiles, soldados y extranjeros— fueron capturados por Hamás y trasladados hacia Gaza. A lo largo del conflicto, varias liberaciones fueron pactadas en rondas intermedias, pero muchas quedaron pendientes.
El pacto contemplado entre Israel y Hamás estipula que, tras la retirada de tropas israelíes de Gaza, se establecerá un lapso de 72 horas para completar la entrega de los rehenes vivos y cuerpos de los fallecidos. Esta fase es la más visible hasta ahora, pero no la última: el acuerdo prevé múltiples etapas que apuntan a una tregua prolongada y al intercambio de prisioneros a mayor escala.
Aunque parte de la liberación ya fue confirmada con la entrega inicial de siete rehenes —quienes cruzaron fronteras con escolta militar— los medios israelíes reportan que el proceso continuará hasta que los 13 restantes reciban atención médica, sean identificados y trasladados a sus familias.
La operación no está exenta de tensiones ni riesgos. El traslado debe coordinarse con precisión para que no haya incidentes, y las autoridades israelíes han dejado claro que cualquier incumplimiento por parte de Hamás será respondido con contundencia. El primer ministro Benjamin Netanyahu ha advertido que la devolución no implica olvido ni perdón automático.
Para las familias de los rehenes liberados, este momento es una mezcla de alivio y cautela. Tras meses de incertidumbre, reencuentros dramáticos llenan el espacio público israelí, mientras los Gobiernos de Israel y Estados Unidos maniobran para consolidar el acuerdo y evitar que la violencia estalle de nuevo.
Más allá del valor humano, esta liberación tiene implicaciones políticas. Avances como este fortalecen la legitimidad del alto al fuego, confirman el peso de la mediación internacional y representan un empujón diplomático para cualquiera de las partes que busca ganar crédito ante la comunidad global. Pero el camino que sigue es frágil y depende de que cada parte respete los compromisos asumidos.
Si esta fase se completa sin tropiezos, el 2025 podría marcar un punto de inflexión en el conflicto entre Israel y Hamás. Pero si algún paso falla, el riesgo de desbordes sigue latente. En este territorio donde la guerra y la paz conviven en la delgada línea del acuerdo, cada acción juega un papel decisivo. Hoy, esos 13 nombres que finalmente vuelven a la libertad son un símbolo de que incluso los conflictos más agudos admiten momentos de reconciliación.