El primer ministro francés pedirá el voto de confianza el 8 de septiembre para un plan de recortes de 40.000 millones
Francia se adentra en un otoño político de alta tensión. El primer ministro, François Bayrou, ha anunciado que pedirá un voto de confianza en el Parlamento el próximo 8 de septiembre. Su objetivo: blindar el apoyo a un plan presupuestario que contempla un ajuste fiscal superior a 40.000 millones de euros, con un fuerte impacto en el gasto social.
La decisión, poco habitual en la política francesa reciente, refleja el esfuerzo del Gobierno por contener el sobreendeudamiento y recuperar la credibilidad financiera. Sin embargo, el proyecto ha provocado un rechazo frontal tanto desde la izquierda como desde la derecha, lo que complica aún más la ecuación para un Ejecutivo en minoría parlamentaria.
Bayrou ha defendido la medida como un ejercicio de claridad y responsabilidad democrática, subrayando que los debates deben resolverse en el Parlamento y no en la calle. Sus palabras apuntan a una estrategia de contención frente a la creciente tensión social que anticipa un otoño turbulento en Francia.
Los recortes, que buscan reducir el déficit fiscal y calmar a los mercados financieros, se presentan como la única vía para frenar la escalada de deuda. Sin embargo, el contexto político —con un Parlamento fragmentado— deja abierta la incógnita sobre si Bayrou conseguirá el respaldo suficiente para seguir adelante con su plan.
En este escenario, Francia enfrenta un desafío mayúsculo: garantizar estabilidad política interna al mismo tiempo que convence a los mercados internacionales de la solidez de su estrategia económica. El 8 de septiembre se perfila como una fecha clave para medir la resistencia del Gobierno y el margen de maniobra de Bayrou.