Washington redefine su estrategia frente a la desinformación

Estados Unidos abandona acuerdos internacionales contra la propaganda extranjera

El Gobierno estadounidense ha notificado a sus socios europeos la retirada de varios memorandos de entendimiento firmados por la Administración Biden para coordinar la lucha contra la desinformación de países hostiles. Una decisión que evidencia un cambio en la estrategia de Washington y que llega tras el cierre del Global Engagement Center.

En las últimas horas, fuentes europeas han confirmado a The Financial Times que Estados Unidos ha decidido abandonar un conjunto de acuerdos internacionales destinados a combatir la desinformación procedente de naciones adversarias. Se trata de memorandos de entendimiento que la administración de Joe Biden había firmado el año pasado con distintos socios europeos para articular una respuesta común frente a campañas de propaganda extranjera.

El Departamento de Estado comunicó la semana pasada a sus aliados la intención de rescindir estos compromisos, lo que supone el último paso en el desmantelamiento de un programa que había estado liderado por el Global Engagement Center. Este organismo, creado en 2011 con el objetivo inicial de luchar contra la propaganda en Internet, amplió su mandato a lo largo de los años para abordar la desinformación atribuida a estados hostiles.

Sin embargo, en diciembre pasado, los congresistas republicanos bloquearon la renovación de su presupuesto, lo que precipitó su disolución definitiva en abril de este año. Con su desaparición, la arquitectura institucional de Estados Unidos frente a la desinformación internacional ha quedado sin una referencia clara, abriendo la puerta a un escenario donde cada país deberá fortalecer sus propios mecanismos de defensa digital.

La retirada estadounidense plantea dudas sobre la coordinación transatlántica en un momento en el que la manipulación informativa y las campañas de influencia digital se han consolidado como una herramienta estratégica de política exterior para actores como Rusia o China. Europa, que contaba con el apoyo de Washington para establecer una estrategia conjunta, deberá ahora definir si continúa reforzando sus estructuras internas sin el acompañamiento de Estados Unidos.

Este giro en la política exterior norteamericana no solo afecta a la cooperación internacional, también envía una señal sobre las prioridades del país de cara a los próximos meses, donde la agenda doméstica y los equilibrios de poder en el Congreso parecen imponerse sobre la coordinación global.