Expectación global ante un encuentro sin precedentes

Hungría se perfila como sede de la histórica reunión entre Putin y Trump

Trump
La diplomacia internacional centra su mirada en la posible cumbre del 11 de agosto entre los presidentes de Rusia y Estados Unidos, en un contexto marcado por tensiones en Ucrania, Oriente Medio y el papel limitado de Europa en la resolución de conflictos.

Las últimas horas han estado marcadas por un intenso movimiento diplomático. Según adelanta Fox News, Hungría se posiciona como la principal candidata para acoger la reunión entre Vladimir Putin y Donald Trump, dejando atrás otras opciones como Roma o Emiratos Árabes Unidos. La fecha que gana fuerza es el próximo 11 de agosto, mientras las negociaciones previas definen no solo el lugar, sino también las condiciones de un encuentro que busca marcar un punto de inflexión en la geopolítica global.

Juan Tovar, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Burgos, explica que la elección de una sede neutral es clave para que ambas partes acepten sentarse a dialogar. “Este tipo de reuniones no son nuevas: durante la Guerra Fría e incluso en el siglo XIX, era habitual que grandes potencias negociasen de forma bilateral. Rusia busca precisamente eso: un cara a cara con Estados Unidos para reforzar su posición internacional”, apunta.

En paralelo, medios polacos han filtrado una supuesta oferta secreta de Trump a Putin: un alto el fuego no un tratado de paz, reconocimiento de facto de las ganancias territoriales rusas, levantamiento parcial de sanciones y la vuelta del petróleo y gas ruso a Europa. A cambio, no habría compromiso de frenar la expansión de la OTAN ni se interrumpiría la ayuda militar a Ucrania. Según Tovar, el escenario más factible es un armisticio limitado, posiblemente enfocado en el cese de ataques aéreos, aunque esto podría beneficiar a Rusia si la guerra terrestre en el Donbás continúa.

Este eventual acuerdo podría dejar fuera a actores clave como Europa y el propio presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, cuya presencia en la mesa parece descartada en la primera fase. “La ausencia europea favorecería a Rusia, mientras que Ucrania, pese a la difícil situación interna, podría encontrar interés en un alto el fuego”, señala el experto.

La agenda internacional añade más presión: el conflicto en Gaza se recrudece tras la aprobación del plan israelí para tomar el control total de la franja. Pese a las advertencias de Europa y las tensiones con Estados Unidos, el margen de maniobra de Washington sobre Israel es limitado. Alemania, por ejemplo, ha ido más allá y ha planteado detener el envío de armas, un paso que refleja las crecientes divisiones internas en la UE.

Trump, que busca proyectar una imagen de pacificador, afronta un reto en su relación con Israel. Las divisiones dentro del Partido Republicano, y el desgaste en su base por la continuidad de conflictos, podrían influir en el panorama político interno estadounidense de cara a las próximas elecciones.

Europa, mientras tanto, sigue mostrando un papel fragmentado y limitado en estos escenarios. La falta de una postura común en Oriente Medio, unida a las diferencias históricas y estratégicas entre sus miembros, dificulta que pueda actuar como un actor de peso en estas negociaciones.

Con un tablero internacional tan abierto, la cumbre entre Putin y Trump si se confirma podría redefinir alianzas, generar nuevos equilibrios y dejar, de nuevo, a Europa como espectadora de las decisiones que marcarán el rumbo de los próximos meses.