Extremadura combate el mayor incendio forestal de su historia

El incendio de Jarilla arrasa 16.000 hectáreas y pone a prueba la coordinación institucional

El consejero de Gestión Forestal y Mundo Rural, Paco Ramírez, confirma que el fuego en Cáceres es el más devastador registrado en Extremadura. El viento, la sequía y la simultaneidad de focos han complicado la extinción, mientras crece el debate sobre las causas y la respuesta del Gobierno central.

Extremadura afronta uno de los episodios más duros de su historia reciente con el incendio de Jarilla, en la provincia de Cáceres, que ya ha calcinado más de 16.000 hectáreas y ha alcanzado un perímetro de 150 kilómetros. Se trata del mayor incendio forestal registrado en la comunidad autónoma, un drama medioambiental y social que mantiene en vilo a la población y a las autoridades.

“Estamos preocupados, toda la comunidad lo está”, reconoció en declaraciones a Negocios Televisión Paco Ramírez, consejero de Gestión Forestal y Mundo Rural. El flanco norte, dividido en dos valles —Ambroz y Jerte—, se ha convertido en el principal frente de lucha, donde las condiciones meteorológicas adversas han dificultado los trabajos de extinción.

Este verano la región ha sufrido entre 35.000 y 36.000 hectáreas quemadas, más de la mitad por este fuego. Aunque algunos de los siniestros se originaron en pastizales y dehesas, el incendio de Jarilla ha golpeado de lleno a masas forestales de alta montaña, mucho más difíciles de contener y con un enorme valor ecológico.

Sobre las causas, Ramírez apuntó que la mayoría de los incendios en Extremadura son intencionados, provocados de manera dolosa. Sin embargo, en este caso todo indica que el fuego se inició por un rayo en una tormenta eléctrica que descargó más de mil en la región. A la chispa natural se sumó la abundancia de combustible vegetal, una ola de calor con temperaturas extremas y vientos cambiantes que hicieron que “todo lo que podía salir mal, saliera mal”.

El consejero evitó atribuir de forma directa el episodio al cambio climático o a debates políticos, aunque admitió que la despoblación rural y las trabas medioambientales dificultan el manejo preventivo del monte. “Hay que aplicar sentido común en el campo”, subrayó.

La gestión de recursos también ha sido clave. El Plan Infoex cuenta con brigadas altamente cualificadas y con rotaciones, pero la simultaneidad de varios incendios obligó a dividir fuerzas. Desde Extremadura se pidió ayuda al Gobierno central, que según Ramírez “llegó tarde”, aunque finalmente se desplegaron más efectivos de la UME, maquinaria pesada y se activó el mecanismo europeo de protección civil.

Las evacuaciones han afectado a municipios como Jarilla, Gargantilla o Cabezabellosa, además de viviendas aisladas en el Valle del Jerte y en el entorno periurbano de Hervás. La mayoría de vecinos ya ha podido regresar a sus hogares, aunque se mantiene la vigilancia sobre casas diseminadas por riesgo de humo.

Ramírez envió un mensaje de esperanza a los extremeños: “Confío en el trabajo de los técnicos del Infoex y en la solidaridad entre comunidades. Hoy nuestro objetivo es claro: apagar el incendio. Ya habrá tiempo de hablar de regeneración y medidas de futuro”.

La magnitud de la catástrofe reabre el debate sobre un pacto nacional de emergencias climáticas. El presidente Pedro Sánchez lo propuso tras visitar la zona, pero de momento, sin concreciones. En Extremadura, la urgencia es otra: ganar la batalla contra el fuego que amenaza su patrimonio natural.