Israel inicia operación terrestre en Gaza: apoyo de Trump y un futuro de aislamiento económico, según Netanyahu
La frágil situación en Oriente Medio ha dado un nuevo giro con el inicio de una operación terrestre de Israel en Gaza, un movimiento que confirma la escalada del conflicto y que ya es calificado como un “peor escenario” por analistas internacionales. La decisión se produce en un contexto de máxima tensión política y diplomática, en el que las reacciones de Washington y Londres serán determinantes para el rumbo de los próximos meses.
Desde la capital estadounidense, fuentes cercanas a la administración de Donald Trump han confirmado que la Casa Blanca apoya la ofensiva, aunque con un matiz importante: la recomendación de que la operación sea rápida y que no implique a la población civil como objetivo. Este posicionamiento refleja una línea de apoyo a Israel, pero al mismo tiempo intenta marcar límites frente a las críticas internacionales que, de manera previsible, surgirán ante una operación de este calibre. La visita de Trump al Reino Unido en los próximos días tendrá precisamente como uno de sus puntos centrales la creciente inestabilidad en Oriente Medio, lo que añade un componente diplomático clave a este momento de crisis.
En una entrevista concedida tras confirmarse la operación, Benjamín Netanyahu respondió a las preguntas sobre cómo espera que reaccionen los aliados europeos, especialmente el Reino Unido, en el marco de la votación en la ONU sobre un posible reconocimiento del Estado palestino. El primer ministro israelí recordó que la doctrina de no otorgar inmunidad a los grupos terroristas fue establecida tras la masacre de Múnich en 1972, cuando militantes de la OLP asesinaron a atletas israelíes. Evocando la figura de la ex primera ministra Golda Meir, Netanyahu defendió que las democracias tienen la obligación de perseguir a quienes cometen actos de terror, incluso fuera de sus fronteras, como ya ocurrió en Europa décadas atrás.
Más allá del terreno militar y político, Netanyahu puso sobre la mesa un aspecto con enorme impacto para el futuro del país: el económico. Reconoció que Israel se verá aislado durante un tiempo en la escena internacional y que, en consecuencia, deberá reforzar su autosuficiencia. En sus palabras, el país tendrá que depender menos del comercio exterior, impulsar el desarrollo de una industria armamentística propia y combinar lo que definió como “el espíritu de Atenas con la fuerza de una súper Esparta”. Con ello, el primer ministro dibujó un horizonte en el que la capacidad tecnológica, cultural y militar se entrelazarán como pilares de resistencia frente a un entorno internacional cada vez más adverso.
Este planteamiento abre interrogantes profundos sobre el futuro de la economía israelí. Hasta ahora, el país ha basado gran parte de su crecimiento en sectores de alta tecnología y en un comercio internacional cada vez más integrado, con importantes alianzas en Europa, Estados Unidos y, en menor medida, en Asia. Un aislamiento prolongado podría tensionar las exportaciones, frenar la inversión extranjera y obligar a reestructurar la política económica hacia modelos más cerrados, en los que la producción interna gane terreno sobre la apertura al exterior.
La industria de defensa, que ya constituye uno de los motores clave de la economía israelí, podría experimentar una expansión aún mayor si se cumplen los planes de Netanyahu. La idea de un país que refuerza su capacidad militar al tiempo que mantiene la innovación tecnológica como emblema internacional responde a la visión de un Israel preparado no solo para sobrevivir, sino para imponerse en un contexto de hostilidad y aislamiento. Sin embargo, esa apuesta no está exenta de riesgos. El aislamiento diplomático podría traducirse en sanciones, boicots o pérdida de mercados estratégicos, elementos que afectarían a la economía civil y al bienestar de los ciudadanos.
La operación en Gaza, por tanto, no solo abre un nuevo capítulo en la historia del conflicto, sino que marca el inicio de un debate interno e internacional sobre el rumbo que deberá tomar Israel. Entre la necesidad de seguridad y la presión de la comunidad internacional, el país se enfrenta a un dilema que condicionará su política exterior, su economía y su posición en el tablero global.
El desenlace de esta operación, junto con las negociaciones en foros como la ONU y las reacciones de aliados históricos como Estados Unidos y el Reino Unido, configurarán el mapa de relaciones en Oriente Medio durante los próximos años. Israel afronta un momento decisivo en el que la fuerza militar y la estrategia diplomática se cruzan con la necesidad de repensar un modelo económico que, de cumplirse la advertencia de Netanyahu, podría virar hacia un futuro marcado por la autosuficiencia y la resistencia.