Tensión nuclear y diplomacia energética

El jefe nuclear de Irán viaja a Moscú para la World Atomic Week en plena cuenta atrás del “snapback” de sanciones en la ONU

Iran's nuclear chief arrives in Moscow
Mohammad Eslami, vicepresidente de Irán y director de la Organización de Energía Atómica (AEOI), ha llegado a Moscú para mantener conversaciones con autoridades rusas y participar en la World Atomic Week, justo cuando el Consejo de Seguridad de la ONU ha decidido no levantar de forma permanente las sanciones a Teherán e inicia el proceso de reimposición en 30 días a petición de Francia, Alemania y Reino Unido. Teherán niega buscar el arma nuclear y Moscú respalda su derecho a la energía atómica con fines pacíficos.

La embajada de Irán en Moscú confirmó a la agencia estatal rusa RIA que Eslami ya está en la capital rusa para reuniones bilaterales y para asistir a la World Atomic Week, el gran foro nuclear que se celebrará del 25 al 28 de septiembre en el recinto de VDNH con motivo del 80º aniversario de la industria nuclear rusa. No se han adelantado los nombres de los interlocutores del funcionario iraní.

La visita llega en un momento especialmente delicado. El 19 de septiembre, el Consejo de Seguridad optó por no aprobar la resolución que habría mantenido el levantamiento permanente de sanciones a Irán y, en su lugar, activó el mecanismo que abre una ventana de 30 días para reimponerlas (“snapback”), después de que Francia, Alemania y Reino Unido acusaran a Teherán de incumplir el acuerdo nuclear de 2015 (JCPOA). Las capitales europeas han señalado que todavía existe margen para una solución si Irán acepta facilitar de nuevo el acceso de los inspectores y atenerse a los límites pactados.

En términos de calendario, el expediente iraní estaba abocado a una “fecha de terminación” el 18 de octubre de 2025, cuando conforme a la resolución 2231 del Consejo de Seguridad expiraban sus principales disposiciones salvo decisión en sentido contrario. La activación del “snapback” altera ese horizonte, ya que, si no se acuerda lo contrario dentro del plazo, se restablecerán sanciones como el embargo de armas, prohibiciones vinculadas a enriquecimiento y misiles, y restricciones financieras y de viaje.

El contexto técnico añade más presión. El director general del OIEA informó el 8 de septiembre que, tras los ataques de junio contra instalaciones nucleares iraníes y por razones de seguridad, el Organismo retiró a sus inspectores y detuvo actividades de verificación en el país. La falta de acceso dificulta calibrar con precisión el estado de las reservas de uranio y el nivel de cumplimiento de Irán, un punto clave para cualquier salida diplomática.

Rusia, por su parte, reitera que apoya el derecho de Irán a la energía nuclear civil y mantiene una densa cooperación con Teherán en este ámbito. Rosatom construyó y abastece de combustible la central de Bushehr —cuyo combustible gastado retorna a Rusia— y ha continuado trabajando en el complejo incluso en momentos de alta tensión, según confirmó su director general en junio. Además, Moscú e Irán han discutido la expansión del programa civil con nuevos reactores. Estos vínculos estarán previsiblemente en la agenda de Eslami durante la semana nuclear en Moscú.

Desde Teherán, el Gobierno sostiene que su programa es exclusivamente pacífico, una posición reiterada en foros del OIEA, mientras que Londres, París y Berlín argumentan que los avances del programa superan con creces las necesidades civiles. Con la ventana de 30 días ya en marcha, la posición que salga de Moscú —y de los contactos de Eslami— servirá como termómetro de hasta dónde puede llegar la cooperación nuclear civil entre Irán y Rusia sin chocar con el nuevo marco sancionador que se avecina.