Kim Jong-un exige un ejército “invencible” capaz de destruir cualquier amenaza: Corea del Norte vuelve a desafiar al mundo
Durante un desfile militar por el 80º aniversario del Partido de los Trabajadores, Kim Jong-un llamó a convertir las fuerzas armadas norcoreanas en una “entidad invencible” con superioridad política, ideológica y técnica. El líder volvió a insistir en la expansión naval y en consolidar el poder militar como eje de la soberanía nacional.
El líder norcoreano Kim Jong-un volvió a exhibir poder y desafío. Durante un discurso pronunciado en el desfile militar por el 80º aniversario del Partido de los Trabajadores de Corea, Kim instó a su ejército a convertirse en una “entidad invencible” capaz de eliminar “todas las amenazas que se acerquen al alcance de nuestra autodefensa”.
Según informó la Agencia Central de Noticias de Corea (KCNA), el líder norcoreano subrayó que las fuerzas armadas deben “crecer hasta convertirse en una entidad invencible que destruya cualquier amenaza mediante una superioridad política, ideológica, militar y técnica abrumadora sobre el enemigo”. Kim añadió que el ejército “debe fortalecerse constantemente como una fuerza de élite que logre victoria tras victoria, guiada por la moral y la disciplina”.
El mensaje, pronunciado frente a miles de soldados uniformados y decenas de vehículos blindados y misiles estratégicos, refuerza la narrativa de autosuficiencia militar y nacionalismo extremo que ha caracterizado el régimen durante las últimas décadas. En un contexto de creciente tensión con Corea del Sur y Japón, las palabras de Kim son interpretadas como una advertencia directa a sus rivales regionales y a Estados Unidos.
El líder norcoreano, vestido con su característico abrigo negro y acompañado por altos mandos del ejército, destacó la importancia de mantener la superioridad tecnológica y moral frente a los “enemigos externos” y reiteró que la defensa nacional debe basarse en “la disciplina, la lealtad y la ideología revolucionaria”.
El discurso llega pocos días después de que Kim supervisara la botadura de un nuevo destructor de 5.000 toneladas, en el que reclamó una “expansión y crecimiento de la fuerza naval” para proteger “el núcleo de los derechos nacionales”. El buque, presentado como una nueva joya de la industria militar norcoreana, refuerza la ambición de Pyongyang por consolidar su capacidad marítima en la región del Mar de Japón.
Analistas internacionales señalan que el tono del discurso busca enviar un mensaje de determinación y fuerza tanto hacia el exterior como hacia el interior del país. “Corea del Norte intenta proyectar poder en un momento en que enfrenta sanciones, aislamiento económico y dependencia de China y Rusia”, explican expertos del Instituto Seúl de Estudios Estratégicos.
El énfasis de Kim en la “invencibilidad” también se interpreta como un intento de reafirmar su liderazgo interno tras un año de dificultades económicas y tensiones diplomáticas. Pyongyang ha intensificado sus pruebas de misiles balísticos y exhibiciones de armamento avanzado, mientras los observadores temen que se acerque un nuevo test nuclear.
Mientras tanto, las potencias occidentales mantienen su vigilancia. Estados Unidos y Corea del Sur continúan con maniobras conjuntas en la península, consideradas por Pyongyang como provocaciones directas. La escalada retórica de Kim sugiere que el régimen norcoreano seguirá priorizando el desarrollo militar por encima de la apertura económica o diplomática.
El desfile concluyó entre fuegos artificiales, banderas rojas y cánticos de lealtad al “Mariscal Kim Jong-un”. Pero el eco de su mensaje, cargado de militarismo y desafío, resuena mucho más allá de Pyongyang: un recordatorio de que Corea del Norte sigue siendo un actor imprevisible en el tablero geopolítico asiático.