Rusia intensifica su ofensiva energética en plena guerra

Rusia se atribuye los ataques a plantas energéticas de Ucrania

Rusia se atribuye los ataques a plantas energéticas de Ucrania - EPA / ALES ANDRÓGUERRA​​​​​​​​​​​​​​​​

El Ministerio de Defensa ruso ha anunciado que sus fuerzas atacaron instalaciones energéticas clave en Ucrania, usadas para el sostenimiento de la industria militar. En paralelo, Moscú afirma que en las últimas 24 horas las fuerzas ucranianas sufrieron la muerte de 315 soldados durante enfrentamientos en el frente oriental.

El conflicto entre Rusia y Ucrania suma un nuevo capítulo. En su informe diario, el Ministerio de Defensa ruso declaró que las unidades de aviación táctica, drones de ataque, artillería y misiles habían llevado a cabo golpes deliberados contra la infraestructura energética ucraniana que sostiene operaciones militares e industriales. Según Moscú, esos ataques habrían dañado instalaciones de producción, mantenimiento y soporte logístico para el esfuerzo bélico ucraniano.

La versión oficial además sostiene que, durante las últimas 24 horas, las fuerzas ucranianas han sufrido pérdidas significativas en la zona oriental del país: cerca de 315 efectivos muertos en combate, según el anuncio ruso. No obstante, Kiev no ha confirmado esas cifras y suele cuestionar las cifras proporcionadas por Moscú, catalogándolas frecuentemente como propaganda de guerra.

Este tipo de ofensivas energéticas no son nuevas en el conflicto. A lo largo de la invasión, Rusia ha desplegado ataques regulares contra centrales eléctricas, subestaciones y redes de distribución para generar cortes masivos y socavar la resistencia civil. En agosto de 2025, por ejemplo, un masivo ataque con drones y misiles golpeó instalaciones de energía y gas en seis regiones ucranianas, dejando sin luz a más de 100.000 personas. 

Incluso en la región de Kiev, se han reportado bombardeos sobre plantas térmicas, que han provocado interrupciones temporales del suministro eléctrico y cortes parciales en los servicios públicos.

El objetivo estratégico detrás de estos ataques apunta a degradar la capacidad de Kiev para sostener su producción militar, interrumpir cadenas de suministro y elevar los costos operativos en puntos críticos del país. Al afectar la energía que alimenta fábricas, talleres y talleres de reparación de equipo, Rusia busca asestar un golpe indirecto al aparato logístico ucraniano.

Pero el riesgo va más allá del frente. Cuando la red eléctrica colapsa, hospitales, comunicaciones, calefacción y otros servicios esenciales quedan expuestos, especialmente en invierno. Ucrania ya ha enfrentado situaciones límites, y el daño acumulado en infraestructura puede dificultar la recuperación económica post-conflicto.

Para los actores internacionales, estos ataques energéticos implican una clara demostración de la guerra híbrida moderna: el uso de infraestructura civil crítica como campo de batalla estratégico. Las sanciones, la cooperación europea para energía y el envío de asistencia a Ucrania dependerán también de cómo Kiev logre resistir estos embates.

En el terreno militar, el saldo de 315 víctimas anunciado por Rusia —en caso de ser confirmado— evidenciaría un escalamiento de las operaciones en el frente oriental. Pero esa cifra debe tomarse con cautela, pues en conflictos de esta escala las cifras oficiales rara vez coinciden. Lo que sí es claro es que Moscú intensifica su presión en múltiples frentes: bombardeos masivos, ofensivas terrestres y ahora, hostigamientos energéticos sistemáticos.

En definitiva, Rusia no solo busca avances territoriales: apunta a debilitar los cimientos de la economía y del tejido social ucraniano. En ese juego, la resistencia dependerá cada vez más de la capacidad de Kiev para mantener sus infraestructuras en funcionamiento, recibir apoyo exterior y restablecer redes dañadas. La pregunta que queda en el aire es: ¿cuánto puede aguantar Ucrania bajo esta asfixia eléctrica prolongada?