El nuevo acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea salva al automóvil, pero castiga al vino europeo
Bruselas y Washington firman un pacto que frena la escalada arancelaria y fija un gravamen del 15% en sectores estratégicos como el farmacéutico y los semiconductores. Sin embargo, el sector vitivinícola europeo queda fuera del acuerdo y afrontará aranceles en EE.UU., con la promesa de seguir negociando.
La tregua comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea ya está rubricada. Tras semanas de intensas conversaciones, el presidente estadounidense, Donald Trump, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, han presentado oficialmente un acuerdo que busca poner freno a una guerra arancelaria que amenazaba con desestabilizar los mercados internacionales.
El pacto, sellado por escrito tras el entendimiento alcanzado en Escocia a finales de julio, establece un arancel general del 15% a las exportaciones, que impactará directamente en sectores estratégicos como el farmacéutico y los semiconductores. Estos ámbitos, muy sensibles para la competitividad global, se convierten ahora en pieza central de un acuerdo que pretende estabilizar las relaciones comerciales entre ambas potencias.
La buena noticia para la industria automovilística europea es que ha quedado fuera del alcance de estos gravámenes, evitando un golpe que habría tenido consecuencias directas para países como Alemania, Francia o España. Sin embargo, no todos los sectores pueden celebrar lo mismo. El gran perjudicado ha sido el vitivinícola.
Los vinos europeos, así como otras bebidas espirituosas, quedan sujetos a aranceles en el mercado estadounidense, uno de los más importantes para las exportaciones del Viejo Continente. “Desafortunadamente en este caso no lo hemos logrado”, reconocía el comisario de Comercio de la UE, Maroš Šefčovič, durante una conferencia de prensa, en la que dejó entrever que la batalla no está perdida: “esta puerta no está cerrada para siempre”.
Bruselas insiste en que las negociaciones continuarán con el objetivo de que el sector vitivinícola, de gran peso económico y cultural en Europa, logre también la exención arancelaria en el futuro. De momento, la industria deberá enfrentarse a mayores costes para mantener su posición en Estados Unidos, en un contexto ya marcado por la presión inflacionista y la competencia internacional.
Mientras tanto, el comunicado conjunto publicado por ambas partes busca enviar un mensaje de estabilidad a los mercados. La prioridad es evitar una escalada que derive en un bloqueo comercial a gran escala. Con el automóvil a salvo y los sectores estratégicos bajo un marco común, el acuerdo supone un respiro para las dos economías, aunque el vino europeo pagará la factura de este primer compromiso.
Desde Negocios Televisión seguiremos atentos a la evolución de estas negociaciones que podrían abrir un nuevo capítulo para uno de los productos más emblemáticos de la cultura europea.