Advertencia desde Moscú

Peskov: el envío de misiles Tomahawk a Ucrania “podría terminar mal”

Peskov La entrega del Tomahawk podría terminar mal - E P A / R A M I ​​L S I T D I K O V / P O O L

El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, advirtió este lunes que el posible suministro de misiles de crucero Tomahawk por parte de Estados Unidos a Ucrania “podría terminar mal”, en una declaración que refuerza el tono de confrontación entre Moscú y Washington. Sus palabras coinciden con las del vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitry Medvedev, quien también alertó sobre las consecuencias “imprevisibles” de esta decisión.

El clima diplomático entre Rusia y Estados Unidos volvió a tensarse tras las declaraciones del portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, quien señaló que la entrega de misiles Tomahawk a Ucrania supondría una escalada “extremadamente peligrosa”. Según medios rusos, el comentario se produjo durante su habitual rueda de prensa en Moscú, en respuesta a informaciones sobre los nuevos paquetes de asistencia militar que la administración estadounidense estaría evaluando enviar a Kiev.

“Esto podría terminar mal”, aseguró Peskov, refiriéndose a la posibilidad de que el uso de misiles de largo alcance por parte de Ucrania provoque una respuesta directa de Rusia. La advertencia, breve pero contundente, se produce horas después de que Dmitry Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso y uno de los portavoces más duros del Kremlin, afirmara que si Washington sigue entregando armamento estratégico a Kiev, “se expone a consecuencias militares y políticas graves”.

El misil Tomahawk, diseñado para alcanzar objetivos a más de 1.500 kilómetros de distancia, ha sido una pieza clave del arsenal estadounidense durante décadas. Su potencial despliegue en territorio ucraniano alteraría significativamente el equilibrio militar del conflicto, al ampliar la capacidad de ataque del ejército ucraniano sobre posiciones rusas más allá de la línea del frente. Para Moscú, esa posibilidad traspasa lo que considera “líneas rojas”.

El Kremlin insiste en que el envío de armas de largo alcance convierte a Estados Unidos y a sus aliados de la OTAN en “partes directas del conflicto”, un argumento que Rusia ha repetido desde el inicio de la guerra. Peskov subrayó que “ninguna cantidad de armamento extranjero cambiará el resultado final” y que Rusia “seguirá cumpliendo los objetivos de la operación especial”, la expresión que Moscú utiliza para referirse a su invasión de Ucrania.

Desde Washington, las autoridades mantienen silencio oficial sobre el tipo exacto de armamento contemplado, aunque el Pentágono ha reiterado que continuará apoyando a Ucrania “mientras sea necesario”. Según fuentes citadas por Reuters, la Casa Blanca estudia ampliar el rango y la precisión de los sistemas ofensivos suministrados a Kiev para reforzar su capacidad disuasoria.

La advertencia de Peskov llega en un momento de intensificación del discurso ruso, en el que Moscú busca disuadir a Occidente de escalar su apoyo militar. El lenguaje empleado por el Kremlin recuerda a episodios anteriores de tensión, como los que precedieron al suministro de misiles Storm Shadow británicos o ATACMS estadounidenses, cuando Rusia amenazó con represalias “asimétricas” pero evitó una respuesta militar directa.

Sin embargo, el tono actual sugiere una creciente preocupación en Moscú. En los últimos meses, Ucrania ha multiplicado sus ataques con drones y misiles sobre territorio ruso, incluyendo zonas fronterizas y bases aéreas. La posibilidad de incorporar misiles Tomahawk —con un alcance muy superior— supondría un salto cualitativo que Rusia interpreta como una amenaza directa a su seguridad interna.

Por ahora, no hay confirmación oficial de que Estados Unidos haya autorizado el envío. Pero la mera posibilidad ha bastado para que el Kremlin eleve el nivel de su retórica. La advertencia de Peskov resume la postura rusa: si el conflicto continúa escalando en el plano armamentístico, las consecuencias podrían ir más allá del frente ucraniano.