Rusia lanza 128 drones de ataque sobre Ucrania en una sola noche
Una ofensiva aérea mediana pero significativa
La ofensiva nocturna se inició desde las regiones rusas de Kursk Oblast, Bryansk Oblast, Millerovo y Primorsko‑Akhtarsk, así como desde zonas ocupadas de la península de Crimea (Chauda, Hvardiyske) en el sur de Ucrania.
En total, cerca de 90 de los drones habrían sido del tipo Shahed.
El sistema de defensa ucraniano —incluyendo aviación, unidades de misiles antiaéreos, interferencia electrónica y grupos móviles de fuego— intervino, logrando detener 72 aparatos y constatando que 47 drones lograron golpear al menos 10 ubicaciones.
Impactos y contexto
Los informes iniciales indican que la ofensiva no se limitó a una demostración de fuerza: los ataques afectaron zonas del norte, sur y este de Ucrania, generando apagones en 19 asentamientos de la región de Kirovohrad Oblast según fuentes locales.
Aunque no se ha publicado un detalle exhaustivo de víctimas o daño material, la escala de la operación —128 drones lanzados de una sola vez— es un claro síntoma del volumen y continuidad de los ataques aéreos no tripulados que Rusia despliega.
Esta ofensiva cumple varias funciones en el plano estratégico:
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Mantiene la presión sobre Ucrania mediante ataques que obligan al despliegue continuo de defensas aéreas y desgaste técnico.
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Muestra la capacidad rusa para coordinar lanzamientos desde múltiples frentes, aprovechando vectores menos visibles como los drones.
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Refuerza la narrativa de que Ucrania sigue bajo amenaza constante en sus infraestructuras críticas y zonas residenciales, lo que puede erosionar moral y recursos.
Riesgos y desafíos para Ucrania
A pesar del éxito parcial en neutralizar gran parte del ataque, el hecho de que 47 drones hayan logrado impacto revela vulnerabilidades:
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La defensa aérea ucraniana sigue funcionando, pero debe seguir respondiendo a oleadas repetidas y de gran volumen.
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El uso de drones de diferentes tipos (Shahed, Gerbera y otros) complica la defensa y requiere diversificación de sistemas de detección y contramedidas.
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Las infraestructuras críticas —energía, transporte, comunicaciones— vuelven a quedar expuestas a ataques nocturnos coordinados.
La noche de drones puede no haber sido la más masiva del conflicto, pero refuerza una tendencia persistente: la utilización de UAVs por parte de Rusia como herramienta de desgaste y de presión constante. Ucrania tendrá que seguir mejorando sus defensas, pero también preparar la resiliencia de sus redes críticas y la logística de reparación.
Para el mundo exterior, estas operaciones subrayan la transformación que está teniendo la guerra en Europa: drones en gran número, múltiples flancos, capacidad de lanzar ataques con bajo perfil pero impacto real.