Rusia repela ataques con drones ucranianos en seis distritos de la región de Rostov
La madrugada fue de tensión en la frontera con Ucrania. El gobierno regional de Rostov anunció que fuerzas rusas repelieron ataques de drones en los distritos de Taganrog, Azovsky, Millerovsky, y otros tres territorios limítrofes. De acuerdo con el gobernador Yuri Sliúsar, los sistemas antiaéreos rusos lograron interceptar una parte significativa de estos UAV antes de que cumplieran sus objetivos. Las autoridades precisaron que no hay reporte de heridos.
Aunque los aparatos hostiles fueron derribados, los fragmentos de los drones provocaron complicaciones. En el distrito de Azovsky, los restos incendiaron parte de un terreno, pero los bomberos actuaron con rapidez y apagaron las llamas sin mayores consecuencias. En la ciudad de Rostov-on-Don, los daños afectaron la fachada e interior de una tienda, así como varios automóviles estacionados próximos, según fuentes oficiales.
El Ministerio de Defensa ruso, por su parte, agregó que en esta ofensiva fueron abatidos cerca de 50 drones en distintas zonas del país, incluidos 24 sobre la región de Rostov, mientras que otros fueron interceptados sobre el mar Negro, Volgogrado y Krasnodar. Ucrania no ha emitido una confirmación sobre estos hechos hasta el momento.
Este episodio se enmarca en una tendencia creciente de ataques con UAV por parte de las fuerzas ucranianas, que ya han apuntado en otras ocasiones contra infraestructuras energéticas y militares rusas. En agosto de 2025, por ejemplo, fuerzas antiaéreas rusas abatieron 10 drones sobre Rostov, algunos de cuyos restos causaron incendios en edificios residenciales. Otros ataques previos también han dañado refinerías, tendido ferroviario y centrales eléctricas en esta zona fronteriza.
Más allá del resultado del enfrentamiento aéreo, esta dinámica de ataques remotos revela una escalada en las tácticas bélicas modernas: los drones permiten proyectar violencia más allá de las líneas de combate tradicionales, obligando a redoblar inversiones y coordinaciones en defensa aérea. Para Rusia, el desafío es mantener la capacidad de interceptación sin que fragmentos derribados generen daños colaterales en zonas civiles. Para Ucrania, estas operaciones responden a la necesidad de desestabilizar y presionar al adversario más allá de los frentes convencionales.
En este contexto de guerra por mecanismos mixtos —aéreo, terrestre, cibernético—, cada ataque y cada defensa se convierte en una prueba tecnológica y estratégica, donde el control del espacio aéreo no tripulado puede alterar el equilibrio regional.