Washington intensifica su ofensiva en el Caribe en plena escalada con Caracas

Tensión en el Caribe: EE.UU. habría enviado bombarderos B-1 cerca de Venezuela

EPA/CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVIC

Dos bombarderos estratégicos B-1 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos sobrevolaron este jueves las aguas del Caribe próximas a Venezuela, según reveló The Wall Street Journal. La operación, confirmada por fuentes del Pentágono, forma parte de la estrategia de presión del presidente Donald Trump contra el régimen de Nicolás Maduro, mientras la tensión regional aumenta por la ofensiva antidroga de Washington.

El cielo del Caribe volvió a ser escenario de una maniobra de disuasión que ha generado inquietud en América Latina. Según publicó The Wall Street Journal citando fuentes del Departamento de Defensa y datos de seguimiento aéreo, dos bombarderos B-1 Lancer estadounidenses volaron cerca del espacio aéreo venezolano en lo que funcionarios calificaron como “una misión de presencia estratégica”.

Los aviones, con base en territorio estadounidense, no fueron desplegados desde ninguna instalación regional, aunque su autonomía les permite alcanzar cualquier punto del Caribe sin repostar. Un alto cargo del Pentágono señaló que esta operación es “parte de una serie de ejercicios” destinados a incrementar la presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro, mientras otro funcionario confirmó que “habrá más misiones de bombarderos próximamente”.

La demostración militar llega en un momento de creciente tensión diplomática y militar. Washington ha intensificado en los últimos meses su lucha contra las redes de narcotráfico que, según sus agencias, operan con apoyo o connivencia de sectores del gobierno venezolano. En este contexto, el presidente Donald Trump ha endurecido su discurso y dejó abierta la posibilidad de “atacar objetivos terrestres” tras una serie de operaciones navales contra rutas de contrabando en el Caribe.

El despliegue de los B-1, conocidos por su capacidad para portar armamento de largo alcance y precisión, tiene una clara carga simbólica: mostrar fuerza y capacidad de reacción sin necesidad de un enfrentamiento directo. Expertos en seguridad interpretan la maniobra como un gesto de advertencia más que una preparación para la acción, aunque reconocen que el mensaje a Caracas y sus aliados es inequívoco.

Desde Venezuela, el gobierno de Maduro denunció la operación como una “provocación imperialista” y acusó a Estados Unidos de intentar “crear un pretexto para justificar una agresión militar”. El Ministerio de Defensa aseguró haber detectado los vuelos “fuera del espacio aéreo nacional” y prometió “responder con firmeza a cualquier violación de la soberanía”.

Para Washington, el movimiento se enmarca en una estrategia más amplia que combina presión militar, sanciones económicas y diplomacia coercitiva. En las últimas semanas, el Tesoro estadounidense ha endurecido las restricciones al petróleo venezolano y a las transacciones financieras vinculadas al régimen. Analistas consideran que el vuelo de los B-1 busca reforzar esa narrativa de aislamiento y demostrar que Estados Unidos sigue teniendo capacidad de proyección inmediata en el hemisferio.

A nivel regional, la maniobra genera preocupación. Gobiernos del Caribe y Sudamérica han pedido contención y diálogo, mientras observan cómo la rivalidad entre Washington y Caracas amenaza con trasladarse nuevamente al terreno militar.

La advertencia final del Pentágono, citada por The Wall Street Journal, resume el tono del momento: “Esta no será la última misión”. Un recordatorio de que la tensión entre Estados Unidos y Venezuela vuelve a tomar altura en el tablero geopolítico del continente.