Bielorrusia asegura que avisó con antelación sobre la incursión aérea y mantiene su compromiso de cooperación con Polonia y los países bálticos.

Tensión en Europa del Este: Polonia acusa a Rusia de violar su espacio aéreo con drones

El cruce de acusaciones entre Moscú y Varsovia escala un nuevo peldaño tras la denuncia de la entrada de drones rusos en territorio polaco. Mientras tanto, Bielorrusia se presenta como un mediador al afirmar que compartió información para reforzar la seguridad regional.

 

El episodio vivido en las últimas horas refleja el delicado equilibrio de seguridad en Europa del Este. Polonia acusa a Rusia de haber violado su espacio aéreo con una veintena de drones, lo que ha desatado una nueva fricción diplomática en el marco de la OTAN. Moscú, sin embargo, rechaza las acusaciones y denuncia la ausencia de pruebas.

El máximo representante de la diplomacia rusa en Polonia ha asegurado que las imputaciones carecen de fundamento, mientras que el Ministerio de Exteriores polaco lo convocaba de urgencia para dar explicaciones. Este gesto evidencia el creciente malestar de Varsovia frente a la postura de Moscú.

En paralelo, Bielorrusia ha adoptado un papel de aparente cooperación. El jefe del Estado Mayor General, Pavel Muraveiko, ha confirmado que su sistema de defensa aérea detectó la presencia de drones rusos y ucranianos, destruyendo incluso algunos aparatos extraviados. Según sus declaraciones, Minsk notificó con antelación tanto a Polonia como a Lituania sobre estos movimientos, lo que permitió a Varsovia reaccionar con rapidez.

Muraveiko destacó que la coordinación en materia de seguridad aérea es esencial para preservar la estabilidad regional y generar confianza. De hecho, aseguró que Bielorrusia seguirá compartiendo información con Polonia y los países bálticos.

Mientras tanto, el primer ministro polaco, Donald Tusk, continúa ofreciendo explicaciones en la Cámara Baja sobre este episodio, que el Gobierno polaco considera una grave amenaza. La versión rusa, por su parte, insiste en el silencio y niega cualquier responsabilidad en los hechos.

El incidente añade presión a una frontera ya marcada por tensiones recurrentes, en un contexto en el que la OTAN mantiene la vigilancia sobre los movimientos aéreos en la zona.