
China ha prometido tomar represalias ante la más reciente amenaza arancelaria del presidente estadounidense Donald Trump, al tiempo que intensifica sus esfuerzos por estabilizar los mercados, lo que incrementa el riesgo de una guerra comercial prolongada entre las dos economías más grandes del mundo.
“El intento de Estados Unidos de aumentar los aranceles a China es un error sobre otro error”, afirmó el Ministerio de Comercio chino en un comunicado emitido este martes. “Si EE. UU. insiste en su postura, China luchará hasta el final”.
La respuesta de Pekín se produjo pocas horas después de que Trump advirtiera que impondría un arancel adicional del 50% sobre productos chinos si China no da marcha atrás en las medidas de represalia que tomó tras las tarifas previas del mandatario. La contundencia del mensaje chino sugiere que el gobierno de Xi Jinping está decidido a resistir la presión de Washington, lo que reduce las posibilidades de un acuerdo comercial en el corto plazo.
En un intento por calmar los mercados, las autoridades chinas han flexibilizado el control sobre el yuan para hacer más competitivas sus exportaciones y, además, fondos estatales conocidos como el “equipo nacional” han comenzado a adquirir activos estratégicos. También se han prometido préstamos para reforzar la estabilidad financiera, y se estudia adelantar estímulos económicos planificados.
En los mercados, el yuan cayó a su nivel más bajo desde septiembre de 2023 en el mercado interno y alcanzó un mínimo de dos meses en las operaciones offshore. El índice Hang Seng China Enterprises repuntó hasta un 3,7% tras haber registrado en la jornada anterior su peor pérdida desde la crisis financiera global.
Según fuentes de la Casa Blanca, el nuevo arancel del 50% se sumaría a un gravamen del 34% que entrará en vigor el 9 de abril, además de un aumento previo del 20% aplicado a inicios de año. Esto eleva la carga arancelaria total anunciada en 2025 a un 104%, lo que prácticamente duplica el precio de los productos importados desde China hacia Estados Unidos.
Pese a la tensión, el Ministerio de Comercio chino reiteró su disposición al diálogo para resolver las disputas. Sin embargo, Trump advirtió que “todas las conversaciones con China” quedarían suspendidas si Pekín no toma medidas, aunque no especificó qué acciones espera. Este clima de confrontación hace improbable un contacto próximo entre ambos líderes. Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump aún no ha hablado con el presidente Xi Jinping, lo que marca el mayor periodo sin comunicación directa entre mandatarios de ambos países tras una investidura presidencial en dos décadas.
El diario oficial del Partido Comunista publicó esta semana un editorial en el que declara que China ha dejado atrás las “ilusiones” de alcanzar un acuerdo con Estados Unidos y ahora se concentra en proteger su economía. Xi ha prometido impulsar el consumo interno como estrategia para contrarrestar la caída prevista en las exportaciones, un sector que aportó aproximadamente un tercio del crecimiento económico de China en 2024.
En este contexto, ocho fondos cotizados en bolsa respaldados por el “equipo nacional” registraron el lunes entradas netas récord por un total de 42.000 millones de yuanes (unos 5700 millones de dólares), en una clara señal del esfuerzo de Pekín por evitar un desplome bursátil.
Una moneda más débil también podría suavizar el impacto de los nuevos aranceles. La tasa de referencia fijada por el banco central chino este martes superó el umbral clave de 7,20 yuanes por dólar, lo que indica una mayor tolerancia a la depreciación. Además, las expectativas de nuevos estímulos monetarios han impulsado la demanda de bonos chinos, llevando el rendimiento de los bonos soberanos a 10 años cerca de sus mínimos históricos.
Los expertos aseguran que China responderá a los nuevos aranceles con medidas equivalentes, aunque el impacto marginal de estos gravámenes será limitado. En respuesta a las últimas acciones de Washington, la embajada china en EE. UU. calificó las amenazas como “una forma inapropiada de relacionarse”. El portavoz Liu Pengyu declaró que “la medida hegemónica de Estados Unidos, en nombre de la reciprocidad, obedece a intereses egoístas a costa de los derechos legítimos de otros países y pone a ‘Estados Unidos primero’ por encima de las normas internacionales”.