Claves del día de Jose Antonio Vizner
No hay tregua en la guerra comercial. Antes siquiera de que se abriera la puerta a una conversación diplomática, Xi Jinping ha decidido responder con fuerza a los aranceles impuestos por Donald Trump. Su jugada no es casualidad: el presidente estadounidense ha intentado golpear a China rompiendo el acuerdo de la Ruta de la Seda, una estrategia que Pekín no piensa dejar pasar sin represalias. La reacción del mercado ha sido clara: incertidumbre, volatilidad y un nuevo capítulo en esta escalada de tensiones.
El movimiento de China no deja dudas sobre una realidad innegable: la guerra comercial sigue viva. Mientras algunos veían posible una distensión, la respuesta de Pekín demuestra que no tiene intención de quedarse de brazos cruzados. Bloomberg lo refleja en titulares como “China pone la mirada en Google y las marcas estadounidenses mientras se intensifica la guerra comercial”, mientras que Financial Times advierte que “China contraataca a Trump con aranceles a las exportaciones estadounidenses, enfocándose en el sector energético y tecnológico”.
Por su parte, Donald Trump ha encontrado oposición en su propio continente. Canadá ha decidido no ceder ante las presiones de Washington y, tras conversaciones con el primer ministro Justin Trudeau y la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, se ha anunciado una represalia clara: un arancel del 25% sobre productos estadounidenses valorados en 155.000 millones de dólares. Trudeau, además, ha señalado que Canadá reforzará sus fronteras con nuevas medidas de seguridad, en una línea similar a la adoptada por México.
Pero no es solo China y Canadá quienes desafían a Trump. La Unión Europea también se enfrenta a una posible ofensiva comercial. The Telegraph ha informado que Trump podría imponer un arancel del 10% a productos europeos. Sin embargo, en esta ecuación hay un dato fundamental: quien tiene el superávit comercial es Europa, no Estados Unidos. En respuesta, la UE ha comenzado a tomar medidas restrictivas y ya ha prohibido ciertas compras a EE.UU., incluyendo gas natural licuado, productos automovilísticos y agrícolas.
En este contexto, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha dejado claro que Europa no piensa quedarse atrás. Sus declaraciones han sido contundentes: “La UE está preparada para un diálogo sólido pero constructivo con Estados Unidos, aunque también reconocemos los posibles retos en nuestra relación. Si somos atacados injusta o arbitrariamente, responderemos con firmeza”.
Las consecuencias de esta nueva fase de tensión son difíciles de predecir, pero una cosa es segura: el panorama económico global se complica. La recesión en Europa es una posibilidad real, y Alemania, como potencia industrial, podría ser la gran perjudicada.
La pregunta ahora es: ¿hasta dónde están dispuestos a llegar los actores en este juego de poder? China ya ha demostrado que no se quedará de brazos cruzados, Canadá y México han mostrado su disposición a defender sus intereses, y Europa parece dispuesta a reaccionar. Trump, fiel a su estilo, sigue jugando con fuego. La guerra comercial sigue su curso, y aún queda mucho por ver.