
Altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos están ultimando preparativos para un posible ataque contra Irán en los próximos días, según fuentes familiarizadas con el asunto. Aunque la situación sigue siendo fluida y sujeta a cambios, algunos de los consultados apuntan a un eventual operativo militar para este mismo fin de semana. Según revelaron, líderes clave de varias agencias federales ya comenzaron a coordinar acciones ante una posible ofensiva.
El presidente Donald Trump ha insinuado públicamente en los últimos días que contempla la opción militar, aunque sin confirmar nada de forma definitiva. “Tengo ideas sobre qué hacer, pero prefiero tomar la decisión final en el último segundo, porque el escenario cambia constantemente”, dijo el miércoles desde la Casa Blanca. Más temprano, había declarado simplemente: “Puede que lo haga, o puede que no”.
Un portavoz de la Casa Blanca aseguró que “todas las opciones siguen sobre la mesa”.
La tensión geopolítica provocó una reacción inmediata en los mercados asiáticos, donde los principales índices bursátiles profundizaron sus pérdidas. Un índice regional cayó hasta un 0,7% tras conocerse la noticia.
Cambio de tono en la Casa Blanca
La retórica de Trump marca un giro respecto a su postura de la semana pasada, cuando promovía la vía diplomática para alcanzar un acuerdo de desarme nuclear con Teherán. Este aparente cambio estaría motivado por informes de inteligencia que indican que Irán estaría cerca de desarrollar armamento nuclear, lo que ha encendido alarmas entre los aliados de Washington.
El senador Lindsey Graham, uno de los asesores más cercanos al presidente en materia de seguridad, ha instado con fuerza a una respuesta militar. “Trump les dio la oportunidad del diálogo. Creo que Irán cometió un error de cálculo. Cuanto antes eliminemos esta amenaza para la humanidad, mejor”, declaró el miércoles. Graham confirmó que habló directamente con el presidente esta semana y lo describió como “muy enfocado, sereno y decidido”.
Diplomacia en juego y escalada militar
Mientras tanto, Irán insiste en su compromiso con la vía diplomática. El ministro de Relaciones Exteriores, Abbas Araghchi, reiteró el miércoles que su país “nunca ha buscado ni buscará armas nucleares”. Está previsto que este viernes se reúnan en Ginebra los cancilleres del Reino Unido, Francia y Alemania con su homólogo iraní, en un último intento por reactivar el diálogo nuclear.
Sin embargo, la situación sobre el terreno sigue deteriorándose. Desde que comenzó la ofensiva israelí hace casi una semana, Irán ha lanzado más de 400 misiles balísticos y cientos de drones hacia territorio israelí, provocando 24 muertes y más de 800 heridos, según cifras oficiales de Israel. A su vez, al menos 224 iraníes han fallecido por los ataques israelíes.
El ejército israelí ha intensificado su campaña y ha emitido advertencias directas a los civiles iraníes en la región de Arak-Khondab, zona que alberga instalaciones nucleares clave como el reactor de agua pesada de Arak, foco histórico de preocupación internacional por su posible uso en la producción de plutonio.
“El estar en estas zonas pone sus vidas en riesgo”, advirtió el ejército israelí en un comunicado publicado en persa a través de redes sociales, en una estrategia de comunicación similar a la usada antes de ataques aéreos anteriores.
¿Se aleja EE. UU. de su política de no intervención?
Donald Trump ha sido durante años un crítico de las guerras en el extranjero y construyó su mensaje político en torno a la promesa de evitar conflictos armados innecesarios. No obstante, esta semana animó al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a “seguir adelante” con su ofensiva, aunque dejó claro que no ha ofrecido participación militar directa por parte de Estados Unidos.
En este complejo tablero internacional, el margen de maniobra para evitar una guerra de mayores dimensiones parece reducirse cada día más.