El Concilio Vaticano II y la gran brecha en la Iglesia: todo lo que se puede esperar del Cónclave
El nuevo pontífice vendría a completar el rompecabezas sobre el que se va a redimir el juego en esta nueva era de Trump en la Casa Blanca, una nueva era de la relación de EEUU con el mundo. Y la Iglesia, al estar presente en todos los países, también forma parte de la nueva era, siendo el cuerpo diplomático más antiguo de la historia. De ahí la importancia de a quién elijan los cardenales para enfrentarse a la crítica tarea que se enfrenta el mundo.
Antonio Camuñas, fundador de Global Strategist, ha explicado que Pietro Paroli, el cardenal italiano, sería el candidato “más seguro”, el hombre que ha sido el consejero delegado del Papa y conoce todos los manejos administrativos y eclesiásticos del Vaticano. “Paroli no sería una apuesta ilusionante, sería más una transición del papa Francisco”. El pre cónclave es más importante que el cónclave, porque de los más de 130 cardenales, muchos ni se conocen.
Y el otro nombre que resuena es Tagle, un cardenal con una historia preciosa, que en base de ejemplos insta a la razón del ser humano, ha detallado Camuñas. Y tiene a su favor a Asia, teniendo en cuenta que la gran batalla es Asia y EEUU. Se le conoce como el “papa de TikTok”, por su presencia en las redes, pero le veo con menos fuerza que la creía para entrar en el cónclave.
Antonio Camuñas ha explicado que una apuesta muy interesante serían los patriarcas de Jerusalén e Irán, personas integradas en el Islam, “el equivalente a Juan Pablo II”, que venía de un país satélite y sabía cómo tratar a los comunistas sin asustarse. “La mentalidad occidental y de los cardenales de la Iglesia está envenenada. Hemos perdido la capacidad de saber dónde estamos y qué queremos hacer y alguien tiene que hablar con el Islam de tú a tú”.
Así, Camuñas ha insistido en que el primer cardenal de Jerusalén, Pizzaballa, “sería el definitivo”. Debe ser alguien que sepa de lo que habla con fe y convicción. La Iglesia debe reflexionar de si acercarse al mundo es el camino, porque el mundo puede llevarnos al precipicio.
En la Iglesia, todos son conservadores. Pero la interpretación de las situaciones cambia. Los que se llaman conservadores, como podría ser un Benedicto XVI, lo que querrían era imbricar el Concilio Vaticano II, que es el gran punto de ruptura que todavía la Iglesia no ha superado, un íter que uniese la doctrina tradicional con el Vaticano II pero dejando claro que lo anterior era válido. En cambio, los partidarios de Francisco lo que querían era marcar un punto y a parte y que lo anterior no valiera nada. Como por ejemplo ocurre con la misa tridentina. No puedes desacreditar todo lo que sea preconciliar.