
España y Portugal comenzaron el martes a retomar la normalidad tras el apagón masivo que afectó a toda la península ibérica el día anterior. Aunque el suministro eléctrico ya se ha restablecido en su totalidad o casi por completo en ambos países, persisten las incógnitas sobre las causas del que ya se considera uno de los cortes de energía más graves en Europa en los últimos años.
En Madrid, la capacidad eléctrica alcanzaba casi el 100% a las 7 de la mañana y los trenes urbanos comenzaban a reanudar sus servicios con lentitud, según informaron los operadores ferroviarios. En Portugal, el operador de red REN confirmó que el sistema está “perfectamente estabilizado” y que todos los usuarios ya tienen electricidad. En Lisboa, la mayoría de los hogares recuperaron el servicio antes de la medianoche del lunes.
Mientras se investigan los motivos del colapso energético, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, tiene previsto encabezar su reunión semanal del Consejo de Ministros este martes, y el rey Felipe VI participará en una sesión del Consejo de Seguridad Nacional.
Durante un discurso pronunciado la noche del lunes, Sánchez aseguró que el Gobierno no descarta ninguna hipótesis respecto al fallo, que paralizó el transporte público, las telecomunicaciones y afectó operaciones en aeropuertos. Según detalló, alrededor de 15 gigavatios desaparecieron de la red eléctrica en cuestión de segundos, lo que equivale al 60% de la demanda energética nacional en ese momento.
Aunque España cuenta con una red eléctrica generalmente robusta y los apagones son poco frecuentes, Red Eléctrica —operador estatal de transporte de electricidad— indicó que el incidente pudo deberse a un inusual desequilibrio en las frecuencias de la red. En ese instante, Portugal estaba importando electricidad desde España, según Joao Conceição, miembro del consejo de administración de REN.
La situación en las calles de Madrid volvía a la normalidad este martes por la mañana: los semáforos funcionaban con normalidad y los trabajadores retomaban su rutina. Sin embargo, la noche del lunes había estado marcada por el caos, con miles de personas abarrotando las calles tras la interrupción del servicio ferroviario y del metro.
Un colapso de esta magnitud es extremadamente raro en Europa y ha puesto de manifiesto la fragilidad de la red eléctrica en un contexto de creciente dependencia de las energías renovables, cuyo suministro es más variable que el de las fuentes tradicionales. España, líder en la adopción de energía solar y eólica, podría enfrentarse ahora a críticas por su política de cierre de centrales nucleares, que actualmente aportan cerca del 20% de su mix energético. Además, el país planea clausurar este año su última central térmica de carbón, apostando por renovables con respaldo de plantas de gas.
El impacto económico del apagón no será menor. Expertos aseguran que la interrupción podría suponer una caída inmediata de hasta el 0,5% del PIB trimestral. Pero gran parte de esa pérdida se podría recuperar en los próximos días, una vez restablecido el suministro.
A pesar del apagón, la bolsa española abrió el martes sin sobresaltos y en línea con los principales mercados europeos, operando sin interrupciones durante el lunes.
El suceso recuerda al gran apagón que afectó a varios países europeos en julio de 2021, cuando millones de personas quedaron sin electricidad durante horas debido a una combinación de fallos técnicos y condiciones climáticas extremas.
Entre los sectores más golpeados por la crisis eléctrica de este lunes destacó el ferroviario. Según el presidente del Gobierno, cerca de 35.000 pasajeros quedaron atrapados en más de 100 trenes, siendo necesaria la intervención de personal de seguridad del Estado para asistirlos.