
Elon Musk parece estar dando señales de distensión tras protagonizar un inesperado y virulento enfrentamiento público con el presidente Donald Trump. Todo estalló el jueves, cuando el CEO de Tesla y SpaceX pidió el juicio político de Trump y sugirió que el mandatario estaría vinculado a archivos no revelados del caso Jeffrey Epstein.
En respuesta, Trump amenazó con cortar los contratos gubernamentales de Musk, justo después de que el empresario mostrara su oposición a la propuesta fiscal insignia del presidente, conocida como la “gran y hermosa ley”. Este desencuentro marca un quiebre entre dos figuras que recientemente colaboraron para redefinir la política federal.
La tregua llegó horas después, cuando Musk vio desplomarse las acciones de Tesla en un 14 %, lo que le hizo perder 34.000 millones de dólares en patrimonio. A través de X, Musk suavizó el tono y descartó la posibilidad de retirar la nave Dragon de SpaceX, tras recibir un consejo de un usuario anónimo: “Esto da vergüenza, ustedes son mejores que esto. Tómense un respiro”. A lo que Musk respondió: “Buen consejo. No daremos de baja a Dragon”.
En otro mensaje, el multimillonario también respondió al inversor Bill Ackman, quien pidió una reconciliación por el bien del país: “No estás equivocado”, replicó Musk.
Mientras tanto, el Partido Republicano enfrenta una división incómoda: elegir entre Trump, su figura dominante, y Musk, cada vez más influyente en sus filas y uno de los principales financiadores de sus campañas. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, pidió bajar la tensión y aseguró que las diferencias políticas “no deben ser personales”.
Según Politico, la Casa Blanca programó una llamada entre Musk y Trump para intentar calmar los ánimos, aunque no ofreció comentarios oficiales.
La disputa se intensificó cuando Musk acusó a Trump de haberlo traicionado, recordando su apoyo financiero en las elecciones de 2024. Trump, por su parte, insistió en que Elon había “perdido la cabeza” luego de que su gobierno redujera los subsidios a los autos eléctricos, algo que —según dijo— Musk ya sabía que ocurriría.
El empresario sudafricano también sugirió la creación de un nuevo partido político que represente “al 80 % moderado” del país, y negó que su rechazo a la ley fiscal tuviera motivos personales, alegando que no tuvo acceso al texto antes de su votación. “Este proyecto nunca me fue mostrado. Fue aprobado a escondidas, tan rápido que ni los congresistas lo pudieron leer”.
Los roces alcanzaron un nuevo nivel cuando Musk acusó a Trump, en redes, de estar implicado en los archivos del caso Epstein: “Es hora de soltar la bomba: @realDonaldTrump está en los archivos de Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos. ¡Que tengas un buen día, DJT!”, escribió.
La relación entre ambos, que parecía sólida hasta hace apenas una semana —cuando Trump organizó un evento en la Oficina Oval para homenajear a Musk— se ha deteriorado rápidamente. Trump incluso recordó con tono afectuoso que Musk acudió con un ojo morado y rechazó usar maquillaje para ocultarlo: “Dijo que no quería, que él es así, y eso fue interesante y muy bonito”, relató.
El desencuentro entre el magnate tecnológico y el presidente evidencia cómo las alianzas políticas en EE. UU. pueden ser tan volátiles como estratégicas. Y aunque por ahora haya señales de reconciliación, queda claro que el vínculo entre Musk y Trump ya no será el mismo.