Claves del día de Jose Antonio Vizner
Donald Trump vuelve a sacudir el tablero económico con su apuesta por los aranceles recíprocos. Esta vez, el foco está en Europa y sus sanciones a las exportaciones estadounidenses de vehículos. Y como si fuera un efecto dominó, el impacto se ha sentido de inmediato en los mercados: el oro alcanzó un nuevo máximo histórico de 2892 dólares, con un incremento del 1%, mientras que el euro sigue en caída, situándose en 1,03. El peso mexicano, por su parte, también se resintó con una leve caída del 0,13%. Es evidente que la reimposición de aranceles del 5% al acero y al aluminio por parte de Estados Unidos ha agitado los mercados internacionales, y los analistas ya han advertido sobre las posibles repercusiones.
Bloomberg no tardó en recoger la noticia: Trump planea anunciar el lunes aranceles del 25% al acero y al aluminio, una medida que afectará a todas las importaciones de estos materiales. “El presidente anunciará aranceles recíprocos en los próximos días”, señalan. Y como era de esperar, Europa ha respondido con un tono desafiante. Olaf Scholz aseguró que en una hora la Unión Europea podría tomar represalias.
Pero no todo gira en torno a la economía. En el plano geopolítico, la guerra en Ucrania sigue siendo un punto de tensión. Se ha filtrado que Donald Trump y Vladimir Putin ya habrían discutido sobre cómo poner fin al conflicto. Sin embargo, Moscú no ha confirmado ni desmentido esta información, lo que deja muchas dudas en el aire. Desde Rusia, Mijaíl Galuzin fue claro: cualquier negociación debe reconocer lo que ellos llaman “las nuevas realidades”, es decir, los territorios ocupados en Ucrania. Mientras tanto, el ministro de Relaciones Exteriores de Hungría, Péter Szijjártó, ha declarado abiertamente que sólo Trump tendría la capacidad de poner fin a la guerra, aunque desde Fox News han matizado que ningún líder tiene el poder exclusivo de hacerlo.
Olaf Scholz, en plena campaña electoral, ha querido desafiar a Trump con su discurso sobre la capacidad de reacción de Europa. Pero la realidad de Alemania es mucho más compleja. La publicación del libro “Kaput”, que pronto estará disponible en español, arroja una visión crítica sobre el declive económico de Alemania. La dependencia de sectores tradicionales como la automotriz y la industria química, la transición tardía a los vehículos eléctricos y la dependencia del gas ruso barato y de la demanda china han debilitado al gigante europeo.
El libro también pone el dedo en la llaga en cuanto a la digitalización. Alemania se ha quedado atrás en redes móviles e infraestructura de fibra óptica, un atraso que compromete su competitividad global. En este punto, Angela Merkel aparece como una figura que, si bien brindó estabilidad política, careció de una visión económica a largo plazo. Su falta de modernización dejó a Alemania atrapada en un cortoplacismo que hoy le pasa factura.
Al final, todo parece estar conectado. La vulnerabilidad de Alemania tras el Brexit, las tensiones geopolíticas y la dependencia de China han golpeado con fuerza a la economía alemana. Mientras Trump sigue apostando por su política proteccionista, Europa intenta reaccionar rápido, pero lo hace desde una posición cada vez más débil. La pregunta es si estará preparada para afrontar el desafío o si seguirá atrapada en una realidad económica que se resquebraja lentamente.