El presidente de Rusia, Vladimir Putin, realizó un balance de los logros militares y los retos estratégicos que enfrenta su país en 2024, en el marco de una reunión del Ministerio de Defensa en la que estuvo acompañado por el ministro, Andrei Belousov. Durante su intervención, destacó avances en el conflicto en Ucrania, refuerzos en la política de defensa y tensiones crecientes con Occidente, a quien acusa de mantener una política de “contención” y de preparar escenarios hostiles hacia Moscú.
Avances militares y control estratégico
Putin informó de que las Fuerzas Armadas rusas tomaron el control de 189 asentamientos en la zona de operaciones especiales y mantienen una “iniciativa estratégica” a lo largo de la línea de combate. Subrayó que estas acciones se enmarcan en un escenario de confrontación con el “Occidente colectivo”, que según él, intenta limitar la influencia de Rusia en el panorama internacional. Además, mencionó que el personal militar ruso se incrementó a 1,5 millones y que el uso masivo de drones y robótica se ha convertido en un pilar clave de las tácticas militares rusas, con la entrega diaria de miles de unidades a las tropas.
Disuasión nuclear y tensiones con Estados Unidos
El mandatario aseguró que Rusia no busca entrar en una carrera armamentista a gran escala, pero se siente obligada a tomar medidas adicionales para garantizar su seguridad. Destacó que el 95% de las armas en las fuerzas nucleares estratégicas rusas son modernas y advirtió que cualquier despliegue de misiles de alcance medio por parte de Estados Unidos en Europa podría llevar a Moscú a levantar las restricciones voluntarias sobre sus propios sistemas de misiles. Según Putin, estas acciones son una respuesta necesaria para contrarrestar lo que califica como una amenaza directa a la seguridad rusa.
Críticas a Occidente y la OTAN
Putin acusó a Estados Unidos y a sus aliados de alimentar el conflicto en Ucrania mediante el suministro constante de armas y apoyo financiero al gobierno de Kiev. También criticó a la OTAN por expandir su influencia más allá de sus áreas tradicionales de operación, acumulando fuerzas militares cerca de las fronteras rusas. Es el caso de la base de defensa antimisiles estadounidense en Redzikowo, Polonia; ubicada a solo 165 kilómetros de la frontera rusa, permitirá el uso de misiles Tomahawk. Otro caso es el despliegue en Alemania de misiles de medio alcance; el ministro de Defensa asegura que podrán volar a Moscú en apenas 8 minutos. Según el presidente ruso, esta postura occidental agresiva empuja a Rusia hacia las líneas rojas, mientras los países de la Alianza utilizan el discurso de la “amenaza rusa” para justificar sus políticas de rearme y controlar a sus propias poblaciones.
Modernización militar y perspectivas futuras
Entre las prioridades de defensa para los próximos años, Putin destacó el desarrollo de sistemas de ataque hipersónicos y el inicio de la producción en serie de los complejos de misiles Oreshnik. Asimismo, el Ministerio de Defensa planea ampliar la infraestructura de defensa aérea, tomando como modelo la protección alrededor de Moscú, para implementarla en otras regiones del país.
Por otro lado, el ministro de Defensa, como Andrei Belousov, resaltó que las Fuerzas Armadas rusas derribaron miles de drones y misiles enemigos en 2024, además de aumentar significativamente el ritmo de producción de tanques y equipos tácticos. Belousov indicó que las actividades militares rusas están diseñadas para enfrentar un posible conflicto con la OTAN en la próxima década, aunque Moscú continúa priorizando operaciones especiales en regiones estratégicas como Asia Central, África y el Cáucaso.
Un año decisivo para Rusia
En el balance final, Putin calificó 2024 como un año histórico para alcanzar los objetivos de la operación militar especial y reforzar la posición geopolítica de Rusia frente a Occidente. A pesar de las dificultades, el Kremlin asegura que seguirá adelante con sus planes de modernización militar y con la consolidación de su influencia en regiones clave. Asegura el presidente ruso que su país no está en guerra con el pueblo ucraniano, sino “con el régimen neonazi de Kiev, que tomó el poder en 2014”.
El discurso refleja una narrativa que combina autocomplacencia con la percepción de una amenaza externa, buscando justificar la estrategia militar de Rusia y su política de confrontación frente a Occidente. Sin embargo, las consecuencias humanas y económicas del conflicto siguen siendo motivo de preocupación tanto dentro como fuera de Rusia.