Surrealismo en Europa: la división crece a los pies de Von der Leyen mientras las élites la premian
El rey Felipe VI de España le daba el premio a Von der Leyen. Donde hablaba sobre la unidad europea, cuando lo que realmente está haciendo la presidenta de Europa es justamente lo contrario. El reconocimiento a Von der Leyen parece ignorar la desconexión entre las instituciones y quienes viven sus consecuencias. La presidenta de la Comisión ha quedado fuera de las mesas de negociación clave en la guerra de Ucrania, y su silencio ante la ofensiva israelí sobre Gaza refuerza la idea de una Europa irrelevante en el tablero internacional. No hay liderazgo visible, solo discursos cargados de buenas intenciones mientras se multiplican los errores diplomáticos.
Europa no está siendo guía de nada. Ha regulado la inteligencia artificial sin regular realmente nada: una legislación pensada más para la portada que para el contenido. Se actúa tarde frente a la inflación, se aplica censura disfrazada de normas modernas, y se impone el euro digital sin un debate real sobre libertades. Mientras tanto, se celebra a Von der Leyen como símbolo de ese rumbo. Un rumbo que no ilusiona, que no integra, que no entusiasma. Que premia a quien representa la continuidad de un modelo que ha perdido fuerza y legitimidad. A quien tiene en un cajón el plan Draghi. A quien impulsa mecanismos de control social en nombre del progreso.