Venezuela

Tucker Carlson alerta: Trump anunciará la guerra con Venezuela esta noche

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“Venezuela está completamente rodeada por la Armada más grande jamás reunida en la historia de Sudamérica. Esta solo crecerá, y la conmoción que sentirán será como nunca antes la han visto, hasta que devuelvan a Estados Unidos todo el petróleo, las tierras y demás bienes que nos robaron previamente…”.
Con estas palabras, atribuidas al presidente Donald Trump, la crisis venezolana entra en un terreno tan peligroso como inédito en las últimas décadas del hemisferio occidental.

A la vez, el periodista Tucker Carlson afirma que Trump anunciará esta misma noche la guerra con Venezuela. Entre amenazas explícitas, despliegues militares y filtraciones mediáticas, el Caribe se asoma al borde de un escenario que, hasta hace poco, muchos consideraban impensable.

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Una retórica que cruza todas las líneas rojas

El mensaje de Trump no es una advertencia ambigua: habla de un cerco naval “como nunca antes visto” y lo vincula directamente a la idea de “recuperar” petróleo, tierras y activos que —según su narrativa— fueron “robados” a Estados Unidos. Este lenguaje reintroduce abiertamente la lógica de la guerra por recursos, algo que la diplomacia internacional lleva décadas intentando desterrar al menos del discurso público.

Presentar los bienes venezolanos como botín arrebatado y no como propiedad soberana de un Estado es un salto cualitativo en la retórica: reduce la disputa a una ecuación de fuerza bruta y legitima, ante parte de la opinión pública, la idea de que una operación militar sería una forma de “corregir” una injusticia histórica.

El cerco naval como mensaje y como palanca

La afirmación de que Venezuela estaría “completamente rodeada” por la Armada estadounidense apunta a una estrategia de máxima presión. Un despliegue masivo de medios navales en el Caribe tiene varias funciones simultáneas:

  • Aislar económica y logísticamente al país, dificultando exportaciones de crudo y la llegada de suministros clave.

  • Enviar un aviso directo al gobierno de Nicolás Maduro de que el margen para negociar se estrecha.

  • Transmitir a aliados y rivales —desde Moscú y Pekín hasta los socios regionales— que Washington está dispuesto a ir más allá de las sanciones financieras.

En este contexto, la frontera entre “disuasión” y “preparación para el combate” se vuelve extremadamente fina. Una armada de gran tamaño puede ser presentada como instrumento de contención, pero operativamente es también la infraestructura necesaria para lanzar ataques de precisión, bloqueos totales o incluso operaciones anfibias.

Tucker Carlson y el eco mediático de la palabra “guerra”

La intervención de Tucker Carlson añade una capa adicional de tensión. Que uno de los comunicadores más influyentes del campo conservador anuncie que el presidente podría declarar la guerra a Venezuela esta noche no es un detalle menor.

Los efectos son inmediatos:

  • Actores políticos, mercados y gobiernos regionales se colocan en modo “alerta máxima”.

  • La palabra “guerra” se instala en el debate público antes incluso de cualquier anuncio oficial.

  • Se condiciona a la opinión pública, preparando terreno para una escalada o, al menos, para justificar un aumento del nivel de confrontación.

Sin embargo, conviene recordar que una afirmación televisiva no equivale a una decisión formal. Esa distancia entre ruido mediático y acto jurídico es precisamente el espacio donde la diplomacia, la presión interna y las reacciones internacionales pueden todavía influir en el desenlace.

Riesgos para Venezuela, la región y el orden internacional

Una eventual intervención militar directa de Estados Unidos en Venezuela tendría efectos difíciles de contener:

  • En el plano humanitario, agravaría una crisis ya profunda, con desplazamientos masivos de población, deterioro de infraestructuras y potencial colapso de servicios básicos.

  • En el plano regional, podría desestabilizar países vecinos, forzados a gestionar oleadas migratorias y a posicionarse en un conflicto de alta intensidad.

  • En el plano geopolítico, introduciría un nuevo foco de confrontación en el que otras potencias —como Rusia y China— tendrían que decidir si limitan su apoyo a Caracas al terreno diplomático y económico o lo amplían de alguna forma más visible.

Además, el uso explícito del argumento “nos devolvéis el petróleo o…” tensiona los principios básicos del derecho internacional, que prohíben el uso de la fuerza para apropiarse de recursos ajenos. La imagen de Estados Unidos como garante de un orden basado en reglas se vería seriamente erosionada si se vincula abiertamente la acción militar a objetivos de saqueo económico.

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