Putin sube el listón y cierra la puerta a Kiev

Putin exige la retirada de Ucrania y promete por escrito que Rusia “no atacará Europa”

En una nueva escalada verbal, Vladímir Putin ha vuelto a exigir que Ucrania abandone todos los territorios ocupados por Rusia como condición previa para detener la guerra, al tiempo que insiste en que solo negociará con Estados Unidos, no con Kiev. El presidente ruso ha asegurado que Moscú no planea atacar a Europa y se ha mostrado dispuesto a plasmar esa promesa por escrito, pese a que antes de 2022 el Kremlin también negó repetidamente estar preparando la invasión.

Putin exige la retirada de Ucrania y promete por escrito que Rusia “no atacará Europa”
Putin exige la retirada de Ucrania y promete por escrito que Rusia “no atacará Europa”

Putin endurece sus exigencias y margina a Kiev de la negociación

El presidente ruso aprovechó una visita a Kirguistán para fijar, una vez más, las líneas rojas del Kremlin sobre el futuro de la guerra. En sus palabras, la condición para detener los combates pasa por una retirada unilateral de Ucrania: “Las tropas ucranianas se retirarán de los territorios que ocupan y entonces cesarán los combates”, afirmó.

Lejos de abrir la puerta a un alto el fuego negociado, Putin advirtió que, si Kiev no acepta, Rusia seguirá avanzando militarmente: “Si no se retiran, lo lograremos mediante la fuerza militar”, sentenció, descartando cualquier cambio de rumbo en la ofensiva.

Mientras Ucrania, junto a Estados Unidos y la Unión Europea, insiste en un alto el fuego previo como paso indispensable para sentarse a negociar, Putin vuelve a excluir a Kiev como interlocutor válido. Según el líder ruso, “no tiene sentido” firmar documentos con el Gobierno ucraniano, al que considera dependiente de Washington.

En contraste, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha reclamado en numerosas ocasiones un cara a cara directo con Putin, opción que el Kremlin sigue rechazando. Estados Unidos llegó incluso a plantear una reunión trilateral entre Trump, Zelenski y Putin, pero Moscú se negó a participar.

Negociaciones paralelas con Washington y promesa de “no atacar Europa”

Pese al desprecio público hacia Kiev, en segundo plano las delegaciones rusa y ucraniana siguen trabajando con Estados Unidos. Zelenski ha confirmado que los equipos negociadores de Ucrania y EE. UU. continuarán esta semana intentando consolidar los avances logrados en Ginebra el pasado fin de semana.

“Es crucial no perder productividad y trabajar con rapidez”, subrayó el jefe de la oficina de Zelenski, recordando que el objetivo compartido es “una paz duradera y digna para Ucrania lo antes posible”.

La próxima semana está previsto que el enviado especial de Donald Trump, Steve Witkoff, viaje a Moscú, después de que una exclusiva de Bloomberg revelara que asesoró a funcionarios rusos sobre cómo redactar las demandas de Moscú en un plan que pudiera ser aceptable para Washington. Esa implicación ha generado polémica adicional sobre el grado de influencia de la Casa Blanca en la propuesta rusa.

En paralelo, representantes de Estados Unidos, Rusia y Ucrania se reunieron recientemente en Emiratos Árabes Unidos, sin presencia directa de responsables europeos. No obstante, se cree que las enmiendas de varios gobiernos de la UE a la propuesta inicial EE. UU.–Rusia han quedado incorporadas a la posición final de Kiev, lo que refleja un papel europeo indirecto pero relevante.

Putin, por su parte, ha insistido en que Rusia no tiene planes agresivos contra Europa y se ha mostrado dispuesto a plasmar esa promesa por escrito, en un intento de rebajar la inquietud en las capitales occidentales.
Sin embargo, sus palabras chocan con el recuerdo inmediato: antes de la invasión a gran escala de 2022, el Kremlin negó en repetidas ocasiones que estuviera preparando un ataque contra Ucrania. Ese precedente alimenta la sensación de que cualquier “garantía” formal tendrá, como mínimo, credibilidad limitada entre los aliados.

Europa, entre la desconfianza y el cansancio de guerra

La reacción en Europa ante el nuevo órdago de Putin se mueve entre la cautela diplomática y un creciente cansancio de guerra. Por un lado, los Estados miembros de la UE insisten en que cualquier acuerdo debe respetar la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, y rechazan de plano reconocer la anexión de territorios ocupados.

Por otro, aumenta la presión interna —política y social— para encontrar una salida negociada que reduzca el riesgo de escalada y alivie el coste económico del conflicto, especialmente en materia de energía, defensa y ayudas a Kiev. La exclusión de los europeos de algunas de las mesas clave, como la de Emiratos Árabes Unidos, ha generado malestar y temor a que se tomen decisiones estratégicas sin Bruselas en primer plano, reforzando la percepción de que el eje central de la negociación se mueve entre Washington y Moscú.

Al mismo tiempo, la promesa de Putin de que Rusia “no atacará Europa” —incluso si se formaliza en un documento— se interpreta en muchas capitales como un intento de separar a la UE de Ucrania, sembrando dudas sobre hasta qué punto el bloque está dispuesto a sostener un apoyo prolongado a Kiev si la guerra se alarga y el coste político aumenta.

Un final de guerra cada vez más incierto

Mientras el Kremlin endurece sus condiciones y reitera que solo hablará “en serio” con Estados Unidos, Kiev insiste en que no aceptará cesiones territoriales irreversibles que legitimen la ocupación rusa. En este choque de posiciones, el margen para un compromiso real parece, por ahora, extremadamente estrecho.

La figura del enviado especial estadounidense Steve Witkoff, cuya implicación en la redacción de las demandas rusas ha desatado polémica, añade otra capa de complejidad. Para Ucrania, cualquier percepción de que Washington pudiera estar acercando posiciones a Moscú a costa de sus intereses sería explosiva en términos políticos internos.

En este contexto, el anuncio de Putin de que está dispuesto a “garantizar por escrito” que Rusia no atacará Europa se percibe más como un movimiento táctico que como una señal de desescalada. Sirve para intentar rebajar el temor en la opinión pública europea, pero no modifica el hecho central: Moscú no renuncia a sus exigencias territoriales y descarta negociar directamente con Kiev.

El resultado es un escenario lleno de contradicciones:

  • Se habla más que nunca de paz, pero sobre la base de condiciones que Ucrania considera inasumibles.

  • Rusia emite mensajes de aparente contención hacia Europa, mientras mantiene la presión militar en el frente.

  • Estados Unidos y sus aliados buscan un acuerdo “duradero y digno” para Kiev, al tiempo que exploran canales discretos con Moscú.

Por ahora, la única certeza es que el conflicto entra en una fase en la que la batalla diplomática será tan relevante como la militar. Y, en medio de ese pulso, las declaraciones de Putin —entre amenazas veladas, exigencias máximas y promesas de no atacar Europa— subrayan que el camino hacia una paz creíble seguirá siendo, como mínimo, largo, frágil y lleno de desconfianza.

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