Venezuela bajo la lupa: el entramado del poder militar y narcotraficante según Gustavo de Arístegui

Fotografía oficial del video de Negocios TV en la que se analiza el sistema de control y represión en Venezuela bajo Nicolás Maduro.

El diplomático Gustavo de Arístegui sostiene que el régimen chavista en Venezuela funciona como una maquinaria criminal que controla el Estado, el Ejército y actividades ilícitas como el narcotráfico y la explotación de recursos naturales, constituyendo una amenaza regional y global.

La compleja realidad venezolana sigue siendo motivo de controversia y debate en el ámbito internacional. Gustavo de Arístegui, diplomático experimentado, ofrece una mirada crítica y minuciosa sobre el entramado que sostiene al gobierno de Nicolás Maduro y sus orígenes en el legado chavista. No se trata solo de un régimen autoritario más: es, según sus palabras, una «maquinaria criminal» que ha tejido un entramado entre el poder militar, político y el narcotráfico que pone en jaque la estabilidad regional.

El control absoluto del Estado venezolano

Desde que Hugo Chávez llegó al poder, el chavismo ha consolidado una estructura que va mucho más allá de un gobierno autoritario convencional. Se ha extendido su influencia al Ejército, servicios de inteligencia, policía, milicias y, por supuesto, los medios oficiales, aniquilando prácticamente cualquier espacio para la prensa independiente o de oposición.

La concentración del poder no es casual ni temporal: el aparato de Estado funciona como un bloque monolítico que garantiza la permanencia en el poder de un círculo cerrado, dificultando cualquier intento de disidencia o cambio. Y aquí no se puede obviar la presencia de un núcleo duro integrado por figuras clave como Diosdado Cabello, Delcy Rodríguez y el fiscal general; todos ellos con vínculos estrechos con los altos mandos militares, formando el famoso «cártel de los Soles».

Un vínculo directo con actividades ilícitas y el narcotráfico

¿Quién diría que un país con semejantes recursos habría sucumbido ante la corrupción y el crimen organizado? Arístegui no tiene dudas: el narcotráfico se ha convertido en el eje económico de Venezuela. Con cerca del 24% de la cocaína mundial transitando por sus rutas, el régimen ha tejido lazos con grupos armados colombianos como las FARC y el M-19, y ha estrechado vínculos con redes internacionales que incluyen a Hizbulá.

Además, la explotación ilegal de minas de oro y el envío de uranio a Irán no solo denotan un manejo corrupto sino que reflejan una peligrosa colaboración con actores globales de dudosa reputación, lo cual agrava la dimensión del problema y alerta sobre la posible exportación de esta criminalidad más allá de las fronteras venezolanas.

La llamada ‘visión ingenua’ de Occidente y la amenaza regional

El diplomático no escatima críticas hacia algunos gobiernos occidentales, que califica de ingenuos por subestimar la complejidad y peligrosidad del régimen venezolano. La situación se agrava con la expansión del Tren de Aragua, una red criminal cuyo alcance ya supera las fronteras nacionales y se extiende, incluso, a ciudades de Estados Unidos, como Denver, donde se han registrado episodios de violencia extrema vinculados a esta organización.

Este escenario no solo es preocupante desde el punto de vista humanitario, sino que también supone un riesgo que trasciende lo local, implicando una amenaza real e inminente para la seguridad regional y hemisférica. ¿Cómo no debería entonces la comunidad internacional tomar cartas en el asunto con una estrategia más firme y articulada?

La relevancia del indulto al expresidente hondureño

En este contexto, Arístegui defiende el indulto otorgado al expresidente de Honduras como parte de un acuerdo estratégico con Estados Unidos que busca desmantelar el cártel de los Soles. Según él, este gesto diplomático fue crucial dado que el exmandatario aportó información valiosa para entender y combatir la red criminal en Venezuela.

Un movimiento diplomático no exento de polémica, pero que señala la urgencia y complejidad de la lucha contra el régimen madurista y sus aliados. Más allá de los rumores y las críticas, la región parece estar en un punto de inflexión donde la cooperación internacional podría marcar la diferencia entre perpetuar la crisis o avanzar hacia soluciones sustanciales.