El déficit comercial recorta terreno, pero la caída de importaciones alarma

EE. UU. reduce su déficit comercial en un 16,8 % en agosto hasta 85,5 millones

En un giro inesperado para los analistas, Estados Unidos registró en agosto un recorte del 16,8 % en su déficit comercial, hasta 85.500 millones de dólares, según datos preliminares del Census Bureau. La fuerte contracción de las importaciones —descenso de 19.600 millones— fue el motor principal, mientras que las exportaciones también cedieron levemente. Este desempeño trae alivio estadístico, pero el trasfondo económico contempla sombras que podrían condicionar el crecimiento.

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EE. UU. reduce su déficit comercial en un 16,8 % en agosto hasta 85,5 millones EPA/JOHN G. MABANGLO

La economía estadounidense ofreció una sorpresa positiva en sus balances exteriores: el déficit de bienes (goods trade deficit) se redujo drásticamente en agosto, al pasar de niveles de julio —cercanos a los 102.800 millones— hacia 85.500 millones de dólares, lo que representa una contracción del 16,8 %.

Este ajuste fue impulsado por una caída pronunciada de las importaciones de bienes, que retrocedieron en 19.600 millones de dólares hasta situarse en 261.600 millones. Las exportaciones, por su parte, también registraron descenso, aunque con menor intensidad: bajaron en 2.300 millones, hasta 176.100 millones.

Desde el informe “Advance Economic Indicators” se confirma que el déficit comercial en bienes para agosto fue de 85.500 millones de dólares, lo que representa una mejora respecto a los 102.800 millones reportados para julio.

Otro indicador relevante que acompaña este panorama: los inventarios mayoristas (wholesale inventories) descendieron un 0,2 % en agosto, alcanzando 905.200 millones. En términos interanuales, estos inventarios se elevaron 0,7 %.

Este descenso en inventarios sugiere que las empresas están ajustando sus existencias en respuesta a una demanda más débil o a expectativas de menor actividad, lo cual podría tener implicaciones sobre la producción y las órdenes de compra en los meses venideros.

Sin embargo, la lectura optimista del déficit más acotado debe calibrarse con cautela. La caída de importaciones no es necesariamente señal de un rebrote exportador vigoroso ni de una demanda interna robusta. En muchos casos, las empresas pueden estar moderando sus compras de insumos ante incertidumbre macroeconómica, restricciones crediticias o problemas en la cadena de suministro. La reversión de entradas de bienes puede reflejar más demanda contenida que externalización exitosa de la producción.

Para el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), esta mejora en el déficit actúa como un factor favorable desde la contabilidad nacional: menores importaciones netas reducen el drenaje externo. De hecho, algunos analistas ya incorporan este ajuste en sus estimaciones de crecimiento para el tercer trimestre, ubicándolas cerca del 2,5 % anualizado.

No obstante, el freno en los inventarios y la moderación en la actividad comercial pueden convertirse en frenos si la demanda interna no responde o la inversión se retrae ante un entorno de tasas elevadas. La contención del déficit no debería llevar a un exceso de optimismo: es tan importante observar la calidad del ajuste como su magnitud.

Para las empresas con alcance internacional y para los inversores globales, el mensaje vigente es de prudencia estratégica. Un déficit más reducido puede relajar tensiones externas, pero no garantiza que el motor productivo interno recupere su tracción. Las decisiones de suministro, manufactura e inversión deben contemplar escenarios de menor demanda, costos elevados y ajustes en las rutas de comercio.

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