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Wall Street y Dow Jones en jaque: cómo las elecciones de mitad de mandato en EE. UU. pueden hundir tu cartera hasta un 48%

Señales de volatilidad económica vinculadas a las elecciones de mitad de mandato en EE.UU.
El ciclo electoral en Estados Unidos está a punto de entrar en su etapa más complicada, con riesgos en los mercados bursátiles que podrían hacer que las carteras caigan hasta un 48%.

Cuando se habla de bolsa y política, el ambiente se llena de una tensión difícil de ignorar. A pocos meses de las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos, la historia vuelve a desplegar señales que ningún inversor debería pasar por alto. ¿Nos acercamos a otro capítulo especialmente turbulento? Para responder, conviene mirar tanto al pasado como al presente.

El patrón histórico de las midterms y la bolsa estadounidense

Desde 1926, los 12 meses previos a las elecciones intermedias en EE. UU. se han convertido en un tramo delicado para la renta variable estadounidense. Un análisis de Longview Economics muestra que, en promedio, el S&P 500 registra en ese periodo una caída del 18,2%. La cifra por sí sola ya resulta incómoda, pero el rango histórico lo es todavía más.

La corrección más suave en estos años “malditos” fue de tan solo un 7,4%, hace seis décadas. En el extremo opuesto, la más severa se acercó al 41,8%, en un contexto de extrema incertidumbre política. Ese abanico da una idea de la volatilidad con la que el mercado ha tenido que lidiar cíclicamente, sin que nadie pueda anticipar de antemano dónde se situará esta vez el punto de aterrizaje.

Por qué este periodo dispara la inestabilidad

El ciclo electoral estadounidense no solo sirve para medir el apoyo al presidente, sino también para calibrar la confianza del mercado en su capacidad de acción. En los meses previos a las midterms planea la sombra del “pato cojo”: un presidente cuya influencia legislativa se ve limitada o amenazada por un posible cambio en la composición del Congreso.

Ese bloqueo potencial se traduce en dudas sobre la agenda económica, las reformas pendientes y el rumbo fiscal. El resultado es un mercado especialmente sensible, que sube y baja al compás de encuestas, declaraciones y titulares políticos. Justo cuando el poder se atasca, la bolsa pierde firmeza y se mueve al ritmo de la incertidumbre.

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El contexto actual: nubarrones en la economía global

El punto de partida de este nuevo ciclo no es precisamente neutral. Los principales índices, como el Nasdaq y el propio S&P 500, ya muestran señales de debilidad, y ni siquiera Bitcoin ha escapado a las recientes turbulencias. A ello se suma el deterioro de la actividad manufacturera en China, con un PMI en 49,2 y ocho meses consecutivos en contracción, lo que añade presión a la economía global.

El resultado es un cóctel potencialmente explosivo: alta volatilidad, liquidez reducida y un escenario político que promete más dudas que certezas. De cara a los próximos meses, el mercado podría moverse en tres grandes escenarios: una corrección leve cercana al 7%, un ajuste medio en torno al 18% o un desplome extremo que roce el 40%, o incluso lo supere. La amplitud de estas posibilidades refleja lo delicado del momento.

El efecto dominó del impacto político y económico

En un entorno tan cargado, cualquier impacto político o dato macroeconómico negativo, por pequeño que parezca, puede amplificarse. La sensibilidad del mercado es máxima: un comentario inesperado, un dato peor de lo previsto o una crisis puntual en algún sector pueden actuar como chispa en un bosque seco.

Así como una brizna puede quebrar una rama ya tensionada, una noticia aparentemente menor puede desencadenar movimientos intensos en los precios. Es un año en el que el margen de error se estrecha y donde la gestión del riesgo se convierte en una pieza central de la estrategia de cualquier inversor.

¿Cómo prepararse ante este panorama incierto?

La gran cuestión es cómo afrontar un ciclo que, estadísticamente, tiende a ser adverso. No hay fórmulas mágicas, pero sí principios básicos. Diversificar la cartera, reducir exposición a activos excesivamente sensibles a las caídas y considerar activos refugio son pasos habituales en un entorno de volatilidad creciente.

Igual de importante es no dejarse arrastrar por el pánico. La volatilidad suele esconder oportunidades para quienes saben esperar y actuar con criterio, pero puede convertirse en una trampa para el inversor impaciente o desinformado. Mantenerse al tanto de los indicadores macroeconómicos y de la evolución política, así como buscar asesoramiento adecuado, puede marcar la diferencia entre capear la tormenta o quedar atrapado en ella.

En definitiva, los meses previos a las elecciones intermedias en EE. UU. se presentan, una vez más, como un terreno resbaladizo. Entender el contexto histórico, leer las señales actuales y ajustar la estrategia con cabeza será clave para atravesar este periodo sin que las urnas terminen decidiendo también el destino de la cartera.