Clave energética y tensiones diplomáticas

NIS de Serbia pide aplazar sanciones de EE. UU. por su papel estratégico

La petrolera estatal serbia Naftna Industrija Srbije (NIS) anunció que ha presentado una solicitud ante el Departamento del Tesoro de EE. UU. para obtener una licencia especial que difiera la aplicación plena de las sanciones previstas para el 1 de octubre. Al mismo tiempo, ha remitido un pedido enmendado para su retiro de la lista SDN, en un contexto donde su participación rusa la coloca en el centro de una tormenta geoeconómica.

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NIS de Serbia pide aplazar sanciones de EE. UU. por su papel estratégico - EPA/KOCA SULEJMANOVIC

El escenario energético de Serbia atraviesa momentos de alta tensión. NIS, que produce y procesa petróleo en el país balcánico, opera como actor esencial en la seguridad del suministro nacional: su refinería de Pančevo provee hasta el 80 % de la gasolina y diésel, y más del 90 % del combustible para aviación y pesado.

La causa de esta crisis surge de su estructura accionarial: NIS está mayoritariamente en manos de entidades vinculadas a Rusia —en particular Gazprom Neft y Gazprom— mientras que el Estado serbio conserva una participación significativa. En enero de 2025, EE. UU. incluyó a la compañía en su lista de Specially Designated Nationals (SDN), imponiendo el ultimátum de que sus accionistas rusos deben desprenderse de esas participaciones o enfrentar sanciones severas.

Desde entonces, Belgrado ha conseguido sucesivos aplazamientos de esas medidas mediante licencias especiales otorgadas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC). La más reciente prórroga, de ocho días, pospone el efecto pleno de las sanciones más allá del 1 de octubre.

Ahora, NIS ha solicitado formalmente una licencia adicional para mantener sus operaciones intactas mientras discute su salida de la lista SDN. La compañía afirma que la petición modificada para su deslistado fue iniciada en marzo. No obstante, los plazos exactos de esta nueva extensión no han sido divulgados públicamente.

Para Serbia, la llegada de las sanciones sin solución estructural puede tener efectos disruptivos: retrasos en pagos bancarios a NIS, paralización de transacciones y un riesgo de quiebra en el abastecimiento nacional. El presidente Aleksandar Vučić ha expresado que la nación “pagará un precio”, aludiendo a las consecuencias políticas y económicas. Además, la compañía ya había advertido sobre cortes en cooperación bancaria en caso de que entre en vigor la sanción.

El tránsito de crudo hacia la refinería serbia se hace en gran parte por la tubería croata Janaf, lo que añade una dimensión internacional al conflicto: si las sanciones entran en vigor, podrían comprometerse los contratos de transporte de petróleo entre Croacia y Serbia. Janaf —consciente del riesgo— ha solicitado su propia extensión de licencia para cumplir acuerdos vigentes.

La insistencia de Belgrado por ganar tiempo también se inscribe en su postura diplomática: Serbia busca mantener un equilibrio entre sus relaciones con Rusia y sus aspiraciones europeas, y esta coyuntura pone en evidencia lo precario de esa posición.

En las próximas semanas será crucial confirmar si la solicitud de licencia adicional es aceptada por EE. UU., qué condiciones impondrán y si NIS logra articular una salida viable de la lista SDN. De no ser así, el golpe podría sentirse en los surtidores, en la economía serbia y en la credibilidad del país como nodo energético regional.

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