Wall Street

Venta masiva en Wall Street: Dow Jones, S&P y Nasdaq caen bajo su media de 50 días antes del empleo y las cuentas de Nvidia

Dow Jones

Wall Street arrancó la semana con el pie izquierdo. Los principales índices estadounidenses cerraron claramente en rojo y, lo más relevante, el S&P 500 y el Nasdaq perforaron por primera vez desde finales de abril su media móvil de 50 días, una referencia técnica que muchos inversores usan como termómetro de la tendencia a medio plazo. El Dow Jones cayó un 1,2% hasta los 46.590 puntos, el S&P 500 retrocedió un 0,9% hasta los 6.672 puntos y el Nasdaq se dejó un 0,8% hasta los 22.708 puntos. Es, además, la peor racha de tres días del Dow desde los episodios de tensión por los aranceles de la era Trump, lo que da una idea del nerviosismo que se respira en el mercado.

El cóctel que ha desatado las ventas tiene varios ingredientes claros: resultados clave por delante, un informe de empleo retrasado por el cierre de la administración estadounidense, dudas sobre si el boom de la inteligencia artificial puede seguir sosteniendo las valoraciones actuales y, por debajo de todo, un mercado empezando a cuestionarse si el ciclo de subidas casi ininterrumpidas de 2025 no ha ido demasiado lejos.

Por el lado micro, los focos se centran en dos frentes. Primero, en los grandes retailers: Walmart, Home Depot y Target terminan de cerrar la temporada de resultados esta semana. Home Depot, que presenta cuentas el martes antes de la apertura, ya cayó en la sesión un 1,2%. Lo que digan estas compañías sobre el consumo será leído al milímetro: si el consumidor empieza a flojear, el relato de un “aterrizaje suave” de la economía se complica.

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Segundo, en Nvidia, que se ha convertido en el corazón del gran trade de inteligencia artificial de Wall Street. La compañía, hoy la mayor por capitalización del mundo, presenta resultados el miércoles tras el cierre. Sus acciones cayeron cerca de un 1,9% y fueron el mayor lastre tanto para el S&P 500 como para el Nasdaq. Aquí el miedo es doble: por un lado, que el crecimiento de la demanda de chips de IA se esté normalizando; por otro, que incluso buenos resultados sean “no lo bastante buenos” para justificar valoraciones que muchos ya ven tensas.

La presión no se limita a Nvidia. Meta, Amazon y otros nombres emblemáticos del trade de IA también retrocedieron, igual que Advanced Micro Devices, Super Micro Computer y Dell Technologies, proveedor importante de servidores de IA. Morgan Stanley rebajó recomendación tanto a Dell como a Hewlett Packard Enterprise, lo que arrastró sus títulos un 8,4% y un 7% respectivamente. El mensaje subyacente es que no todas las empresas ligadas a la inteligencia artificial van a ser ganadoras en este nuevo ciclo de inversión masiva en centros de datos.

El mercado, además, empieza a mirar debajo del capó de cómo se financia este enorme despliegue de infraestructura.

Grandes tecnológicas están anunciando planes de capex multimillonarios, muchas veces apalancados en emisiones de deuda. Amazon, sin ir más lejos, se prepara para colocar 15.000 millones de dólares en bonos. Esa mezcla de tipos de interés todavía relativamente altos y deuda creciente en empresas muy expuestas al ciclo de la IA incrementa la sensación de vulnerabilidad si el crecimiento decepciona. No es casual que el índice de volatilidad VIX, el llamado “indicador del miedo” de Wall Street, haya escalado hacia niveles no vistos desde la última oleada de titulares sobre aranceles.

Curiosamente, uno de los pocos grandes nombres en verde fue Alphabet. Las acciones de la matriz de Google subieron en torno a un 3,1% después de conocerse que Berkshire Hathaway, el conglomerado de Warren Buffett, ha tomado una participación valorada en unos 4.300 millones de dólares. Sin embargo, el entusiasmo duró poco más allá del propio valor: Berkshire aprovechó también para recortar de nuevo su histórica posición en Apple, cuya acción cayó un 1,8%. El gesto es simbólico: el “oráculo de Omaha” parece estar rotando parte de su apuesta desde el viejo rey del ecosistema móvil hacia uno de los pilares de la nueva economía de datos y nube.

Más allá de la renta variable, el castigo fue bastante indiscriminado y alcanzó a activos tradicionalmente percibidos como refugio o como apuestas especulativas alternativas. El bitcoin descendió hasta la zona de los 91.800 dólares y Coinbase se dejó más de un 7%. El oro, que en los últimos meses se ha comportado más como una acción de growth que como un activo defensivo, también recogió beneficios, con los futuros rondando los 4.068 dólares por onza. Cuando caen a la vez bolsa, cripto y oro, el mensaje suele ser sencillo: los inversores están reduciendo riesgo de manera generalizada.

En renta fija, el movimiento fue más contenido.

La rentabilidad del Treasury a 10 años se relajó ligeramente hasta el 4,13% desde el 4,15% del viernes, una variación pequeña pero coherente con un tono de “huida a calidad” moderado: se vende renta variable y activos más volátiles, se refugia algo de dinero en deuda del Tesoro, pero sin pánico. Parte de esa prudencia se explica porque el mercado de bonos también está esperando claridad sobre la Reserva Federal.

En una intervención en la Fed de Kansas City, el vicepresidente de la Reserva Federal, Philip Jefferson, insistió en que el riesgo de una inflación aún pegajosa convive con el de un mercado laboral que se vaya debilitando, lo que “obliga a avanzar despacio” en cualquier movimiento de recorte de tipos. Su mensaje fue que la política monetaria sigue siendo algo restrictiva, pero más cerca ya de un nivel “neutral” que ni enfría ni estimula la economía. En la práctica, los futuros sobre tipos descuentan menos probabilidad de un recorte en diciembre, pero sí mantienen casi dos tercios de posibilidades de al menos un recorte de aquí a enero.

En el trasfondo de todo está un dato que aún no se ha publicado: el informe de empleo de septiembre, retrasado por el prolongado cierre del Gobierno federal y que, por fin, verá la luz el jueves. Tras varias sesiones de ventas y una ruptura de niveles técnicos relevantes, ese dato y los resultados de Nvidia pueden actuar como catalizador en uno u otro sentido. Si el empleo se muestra sólido sin reavivar los temores inflacionistas y Nvidia confirma que el ciclo de inversión en IA sigue a buen ritmo, el mercado podría ver este retroceso como una simple corrección en un año donde el S&P 500 todavía acumula una subida del 13% en lo que va de ejercicio.

Si, por el contrario, el informe de empleo apunta a un frenazo más brusco de lo esperado o Nvidia decepciona, el relato puede girar rápidamente hacia la idea de que 2025 marcó un pico de exuberancia en torno a la inteligencia artificial similar a otras burbujas tecnológicas del pasado. Que el S&P 500 y el Nasdaq hayan perdido su media de 50 días por primera vez en 138 sesiones, rompiendo su racha más larga por encima de ese nivel desde antes de la crisis financiera de 2008, no es un dato menor para los técnicos.

Por ahora, lo que se ve es un mercado que sigue siendo alcista en el cómputo del año, pero que empieza a poner a prueba las narrativas fáciles: que el consumidor aguantará, que la IA lo justifica todo, que la deuda es manejable y que la Fed recortará tipos a tiempo para evitar daños. Las próximas 48 horas, con empleo y Nvidia en el calendario, dirán si esta corrección es solo un susto más en un año muy bueno para la bolsa o el inicio de una fase menos complaciente para los activos de riesgo.