La caída del 6 % en ventas de Pfizer Inc. en el tercer trimestre sacude los cimientos, pero la firma apuesta por el futuro
Esta dualidad —desempeño a la baja vs. confianza en la estrategia— es la que marca hoy el pulso de la firma y obliga a analizar tanto los motivos de la debilidad como los factores estructurales que la podrían impulsar.
La farmacéutica norteamericana Pfizer Inc. ha hecho públicos sus resultados correspondientes al tercer trimestre de 2025 con una lectura menos favorable de lo esperado por muchos analistas. Según ha informado la compañía, sus ingresos han alcanzado 16.700 millones de dólares, lo que se traduce en una caída del 6 % frente al mismo periodo del año anterior. El beneficio neto ha bajado un 21 %, quedando en 3.500 millones de dólares, mientras que el beneficio por acción diluido (BPA) ha caído a 0,62 dólares, también un descenso del 21 %.
Estos datos coinciden con la nota de prensa de la firma que recoge que, a pesar del entorno complejo, mantiene su previsión de ingresos para todo el ejercicio 2025 en el rango de 61.000 a 64.000 millones de dólares. Además, ha elevado su guía de BPA diluido para el año hasta 3 a 3,15 dólares.
La bajada de ingresos se explica, en buena parte, por el retroceso de las ventas de productos vinculados al covid-19 (vacunas, tratamientos) y por la transición hacia un portafolio más enfocado en especialidad y alto valor añadido. Tal y como reflejan medios especializados, las ventas de su tratamiento antiviral Paxlovid cayeron un 55 % interanual, mientras que la vacuna Comirnaty perdió un 20 % de ingresos.
Paralelamente, la empresa ha impulsado un ambicioso plan de reducción de costes que le permitió, en el segundo trimestre, superar expectativas y elevar su guía de beneficio para 2025.
Para los inversores y analistas europeos este doble efecto —caída de ventas pero mejora de márgenes y guía— plantea varias reflexiones:
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La dependencia de ingresos vinculados a la pandemia ha quedado atrás, por lo que Pfizer debe acelerar su transición hacia fármacos de crecimiento en oncología, cardiovascular o inmunología.
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Los esfuerzos de eficiencia (reducción de costes operativos, mejora de productividad) pueden compensar parcialmente la caída de volumen, pero no sustituyen la necesidad de crecimiento orgánico.
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El mantenimiento de la guía para todo el año, pese a los vientos contrarios, puede interpretarse como una señal de confianza por parte de la dirección, aunque no exenta de riesgo si el entorno regulatorio o comercial se complica.
Entre los principales retos que enfrenta Pfizer figura el agotamiento del ciclo de ingresos por covid, la competencia creciente en su portafolio de especialidad y los efectos de divisas en sus cuentas globales. Sin embargo, las oportunidades tampoco faltan: su pipeline de productos, las alianzas estratégicas, y su capacidad de generación de flujo de caja le dan margen para invertir en la próxima generación de terapias.
El director general, Albert Bourla, apuntó que el acuerdo con el Gobierno de Estados Unidos —el primero de su sector bajo ese formato— aporta mayor claridad al negocio y estabiliza la base desde la que construir el futuro.
La presentación de resultados de Pfizer deja una mezcla de señales: por un lado, una caída de ventas significativa que reviste importancia; por otro, una guía firme y una estrategia que apuesta por la eficiencia y por el futuro especializado.
Para los mercados, la clave estará en ver si esta compañía logra convertir su plan de transición en crecimiento real. Si consigue que los fármacos de nueva generación compensen la pérdida de volumen en el negocio Covid y los costes se mantengan bajo control, podría estar sentando las bases de una nueva fase de estabilidad. Si no, el riesgo de más caídas podría materializarse. La cita con los resultados de cuarto trimestre y el desarrollo del pipeline son, pues, una referencia obligada para inversionistas y analistas.