Las milicias aprovechan la tregua para reclutar combatientes, mover armas y preparar ataques coordinados contra Israel

Hamas y Hezbolá rearman su infraestructura con apoyo de Irán para una nueva escalada

EPA/MOHAMMED SABER

Hamas y Hezbolá están reconstruyendo sus capacidades militares en coordinación con Irán con el objetivo de reactivar el llamado «eje de resistencia» frente a Israel, según un análisis citado por el diario israelí The Jerusalem Post y recogido por el medio Breaking the News. Desde la entrada en vigor del alto el fuego, Hamas estaría reclutando y entrenando nuevos operativos en Gaza, mientras recopila inteligencia y diseña planes para una posible ofensiva sorpresa contra tropas israelíes en los territorios palestinos. Al mismo tiempo, Hezbolá intenta recomponer su infraestructura en el sur de Líbano, sumando combatientes y reforzando el contrabando de armas en previsión de un nuevo choque con Israel.

Las mismas fuentes señalan que altos mandos militares israelíes abogan por una respuesta «agresiva» a lo que consideran violaciones del acuerdo de cese de hostilidades, pero el Gobierno se mantiene prudente por la presión diplomática de Estados Unidos, que busca preservar la frágil estabilidad alcanzada tras las últimas rondas de combate.

Reconstrucción de Hamas en Gaza

Según estas informaciones, Hamas ha aprovechado la calma relativa tras el alto el fuego para reorganizar su cadena de mando y reponer sus unidades combatientes en la Franja. Los mandos de la organización estarían centrados en la captación de nuevos miembros, en su entrenamiento básico y en la reasignación de veteranos a posiciones clave en caso de reanudación de los combates.

Además de la formación militar, el grupo estaría intensificando labores de inteligencia sobre posiciones y movimientos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en los territorios palestinos, con el objetivo declarado por las fuentes israelíes de planear un ataque sorpresa contra unidades desplegadas sobre el terreno. Esta combinación de reconstrucción de capacidades y recopilación de información alimenta el temor en Israel a un nuevo estallido de violencia en el corto o medio plazo.

Hezbolá se rearma en el sur de Líbano

En paralelo, Hezbolá estaría siguiendo un patrón similar en el sur de Líbano, un frente históricamente sensible para Israel. Las fuentes citadas apuntan a que la milicia chií trabaja en restaurar su infraestructura logística y militar, dañada por ataques anteriores, mientras incorpora nuevos combatientes a sus filas.

Uno de los elementos que más preocupa a los analistas israelíes es el incremento del contrabando de armas hacia la zona fronteriza, lo que podría incluir misiles de corto y medio alcance, así como drones y sistemas de vigilancia. Este rearme se enmarca en la estrategia de mantener una capacidad de respuesta inmediata frente a Israel, incluso durante periodos de tregua.

El papel de Irán y el «eje de resistencia»

Tanto Hamas como Hezbolá forman parte del denominado «eje de resistencia» impulsado por Irán, una red de actores no estatales y aliados regionales que Teherán apoya financiera y militarmente para presionar a Israel y a Estados Unidos en la región. De acuerdo con los análisis citados, la coordinación actual entre ambas organizaciones y Teherán buscaría revitalizar este eje tras los últimos ciclos de guerra en Gaza y los intercambios de fuego en la frontera norte israelí.

Ese alineamiento estratégico incluiría entrenamiento, transferencia de armamento y asesoría operativa, así como la coordinación de mensajes políticos y mediáticos. La reconstrucción simultánea de capacidades en Gaza y en el sur de Líbano refuerza la percepción en Israel de un frente múltiple que podría activarse de forma escalonada o simultánea.

Debate interno en Israel sobre la respuesta

En el seno del estamento militar israelí, altos mandos defienden una respuesta más contundente ante lo que consideran violaciones del alto el fuego por parte de Hamas y Hezbolá, especialmente en lo que se refiere a movimiento de armas y reconstrucción de posiciones militares.

Sin embargo, esa línea choca con la preocupación del liderazgo político por el impacto diplomático de una nueva escalada. Estados Unidos, principal aliado de Israel, ha presionado para contener las hostilidades y preservar los frágiles acuerdos de cese de fuego ligados a iniciativas de mediación internacionales y regionales. Esta tensión entre el cálculo militar y el coste político exterior condiciona la respuesta israelí a los movimientos de Hamas y Hezbolá.

Riesgos para la tregua y el escenario regional

La combinación de rearme, reclutamiento y contrabando de armas descrita por las fuentes israelíes dibuja un escenario de alto riesgo para la tregua vigente. Cualquier incidente —ya sea un ataque sorpresa contra tropas israelíes en los territorios palestinos o una acción de Hezbolá desde el sur de Líbano— podría romper el alto el fuego y reactivar un conflicto en varios frentes simultáneos.

En paralelo, el papel de Irán como actor coordinador del eje Hamas–Hezbolá añade una dimensión regional a la crisis. Una nueva escalada no solo afectaría a Gaza y Líbano, sino que podría arrastrar a otros actores y reavivar tensiones con Washington y las capitales europeas, en un momento en el que la comunidad internacional intenta mantener abiertos los canales diplomáticos.

Perspectivas y posibles escenarios

A corto plazo, el margen para preservar la tregua dependerá de la capacidad de las partes para contener provocaciones y mantener las restricciones impuestas por los acuerdos de alto el fuego, así como del grado de presión internacional sobre Israel, Hamas, Hezbolá e Irán para evitar una nueva espiral de violencia.

En este contexto, la advertencia de las fuentes de seguridad israelíes sobre la reconstrucción de la infraestructura militar de Hamas y Hezbolá y su coordinación con Irán refuerza la idea de que la actual calma es, en el mejor de los casos, provisional. Si no se acompaña de avances políticos y de mecanismos de verificación más robustos, el cese de hostilidades corre el riesgo de convertirse en una pausa táctica antes de una nueva fase del conflicto.