Mercados asiáticos en alerta: cómo impactan los 100 % de aranceles de Trump

Alerta global: Asia se tambalea ante el nuevo arancel del 100 % de Trump a China

Los mercados de Asia-Pacífico abrieron con pérdidas pronunciadas este lunes, en medio de una creciente escalada comercial entre EE. UU. y China que podría redefinir las cadenas globales de valor. El anuncio de Donald Trump de imponer un 100 % de aranceles sobre las importaciones chinas a partir del 1 de noviembre ha generado oleadas de preocupación entre inversores y gobiernos, mientras Pekín promete contraataques calibrados.
EPA-EFE/WILL OLIVER
EPA-EFE/WILL OLIVER

Los mercados de Asia-Pacífico abrieron con pérdidas pronunciadas este lunes, en medio de una creciente escalada comercial entre Estados Unidos y China que podría redefinir las cadenas globales de valor. El anuncio de Donald Trump de imponer un 100 % de aranceles sobre las importaciones chinas a partir del 1 de noviembre ha generado oleadas de preocupación entre inversores y gobiernos, mientras Pekín promete contraataques calibrados.

Desde primera hora, las plazas asiáticas evidenciaron nerviosismo. El índice Kospi de Corea del Sur cayó un 0,91 % a las 4:01 CET, mientras que el Hang Seng de Hong Kong retrocedía un 1,96 % en el mismo momento. En la China continental, el Shanghai Composite cedía un 1,27 % y el Shenzhen Composite perdía un 2,11 %. En Australia, el S&P/ASX 200 bajaba un 0,56 %. El dólar también mostraba fortaleza frente al yen, con un ascenso del 0,47 %, situándose en 151,89050 yenes por dólar.

Esta dinámica negativa refleja el temor creciente a una recesión global por el recrudecimiento de la guerra comercial. Los inversores abandonan posiciones de riesgo y prefieren refugios como bonos o metales, una tendencia ya visible en los mercados norteamericanos durante la pasada sesión.

El núcleo de la escalada radica en la decisión de Trump de imponer un gravamen del 100 % sobre bienes chinos a partir del 1 de noviembre, en represalia por las recientes restricciones de China a la exportación de tierras raras, esenciales para la industria tecnológica global. Desde Pekín, la respuesta no se hizo esperar. China denunció la medida como “hipócrita” y adelantó que desplegaría medidas correspondientes si Estados Unidos procede con su plan. Para calmar los ánimos, Trump afirmó en redes sociales que “no hay que preocuparse por China”, aunque el mercado ya había reaccionado con volatilidad extrema.

Pekín, sin embargo, se ha mostrado cauteloso. Por ahora ha evitado imponer aranceles masivos inmediatos, pero reforzó medidas regulatorias sobre empresas estadounidenses e inició una investigación antimonopolio contra Qualcomm por sus fusiones con empresas chinas. De cara al futuro, China podría recurrir a una combinación de aranceles, restricciones sobre materias primas clave o incluso ventas de reservas estratégicas.

El episodio eleva los riesgos de fragmentación en las cadenas globales. Muchas empresas dependientes de insumos tecnológicos de China podrían enfrentar costes más altos, interrupciones en inventarios o reubicaciones forzadas de producción. Analistas ya advierten que esta nueva fase podría reducir el crecimiento global hasta en un punto porcentual en 2025 si el conflicto no se modera.

Además, las tensiones podrían contagiarse más allá del binomio Estados Unidos–China. Mercados emergentes con vínculos industriales con China podrían sufrir salidas de capital. En Europa, la exposición a productos intermedios chinos representa una vulnerabilidad latente.

En Estados Unidos, la medida también es criticada desde el interior: altos aranceles podrían encarecer materias primas y productos importados, alimentando la inflación doméstica. Algunos sectores manufactureros que dependen de componentes chinos temen una combinación letal de costes elevados y reducción en demanda internacional.

Ante este panorama, los analistas contemplan tres posibles escenarios. El primero sería una escalada recíproca, con China respondiendo con aranceles similares o medidas no arancelarias. El segundo, una negociación diplomática que conduzca a un acuerdo interino antes del 1 de noviembre. Y el tercero, un estancamiento prolongado, donde los mercados acumulen pérdidas mientras la guerra comercial se convierte en un riesgo estructural para el crecimiento global.

Para América Latina y Europa, el escenario más favorable sería que la tensión se modere, permitiendo una recuperación moderada de los flujos de comercio internacional. Pero si la escalada continúa, podríamos ver un ajuste o repliegue de inversiones en cadenas globales sensibles.

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