La NASA y la ESA preparan un encuentro histórico entre las sondas Juno y JUICE en torno a un misterioso objeto interestelar que desafía las leyes conocidas de la física.

Un científico de Harvard rompe el consenso: “3I/ATLAS no es un cometa ni un asteroide”

La comunidad científica mundial se encuentra en vilo ante el misterioso objeto 3I/ATLAS, que atraviesa el sistema solar mostrando un comportamiento nunca antes visto. Un reconocido científico de Harvard ha afirmado con contundencia que “no se trata de un cometa ni de un asteroide”, sino de un fenómeno completamente distinto que podría reescribir lo que sabemos sobre los cuerpos interestelares.

ÚLTIMA HORA | Un científico de Harvard es tajante sobre el objeto 3I/ATLAS: ni cometa ni asteroide

La NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) confirmaron que sus sondas Juno y JUICE se aproximarán de forma simultánea a las inmediaciones de Júpiter, donde podrán observar a 3I/ATLAS —también apodado Tresi Atras—, un objeto detectado en julio de 2025 que mantiene en jaque a los astrónomos por su comportamiento inexplicable.

Según los cálculos de ambas agencias, las sondas coincidirán en una posición que permitirá observar el tránsito del objeto desde dos ángulos distintos, algo que no estaba previsto en las misiones originales. Este encuentro fortuito podría convertirse en una oportunidad científica irrepetible para analizar por primera vez de forma directa un visitante interestelar activo dentro del sistema solar.

 

El fenómeno que desconcierta a la ciencia
3I/ATLAS ha sido catalogado provisionalmente como un objeto interestelar, el tercero detectado después de ‘Oumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019). Sin embargo, sus características lo separan de cualquier otro cuerpo conocido. Presenta una anticola que apunta directamente hacia el Sol, algo que contradice las leyes físicas que explican el comportamiento de los cometas.

A diferencia de estos, cuya cola siempre se forma en dirección opuesta al Sol por efecto del viento solar, 3I/ATLAS muestra una segunda emisión invertida, una “anticola” que ha sido confirmada por observatorios en Hawái, Chile y Canarias. Además, los espectrómetros han detectado emisiones de cianuro y níquel en direcciones opuestas, una combinación sin precedentes que sugiere una composición química desconocida.

“Estamos ante algo que no encaja en ningún modelo. No es un cometa ni un asteroide. Podría ser un fragmento interestelar de otro sistema estelar o incluso un objeto de naturaleza artificial”, declaró un científico de Harvard bajo condición de anonimato, citado por Scientific American.

 

La expectación crece en NASA y ESA
Ambas agencias espaciales han confirmado que las sondas Juno (NASA) y JUICE (ESA) ajustarán sus trayectorias para aprovechar este raro cruce orbital. Aunque el encuentro no será cercano —las naves se situarán a millones de kilómetros del objeto—, la alineación permitirá obtener datos simultáneos de su composición y comportamiento electromagnético.

Según fuentes de la NASA, los instrumentos de espectrometría de Juno y los detectores de partículas de JUICE podrían captar emisiones de alta energía o rastros de polvo invisible a simple vista. “Es una coincidencia cósmica que no podíamos dejar pasar”, afirmó un portavoz del Jet Propulsion Laboratory (JPL).

 

Más preguntas que respuestas
El hallazgo de 3I/ATLAS reabre el debate sobre los visitantes interestelares y su posible vínculo con materiales provenientes de sistemas solares lejanos. Algunos expertos especulan con que podría tratarse de un núcleo rocoso recubierto por hielo exótico, o de un fragmento desprendido de un planeta interestelar destruido.

Otros, sin embargo, van más allá: sugieren que podría tratarse de un objeto artificial abandonado, una idea que evoca las teorías que surgieron tras el paso de ‘Oumuamua hace siete años.

Mientras tanto, los astrónomos esperan que las observaciones conjuntas de Juno y JUICE, programadas para las próximas semanas, arrojen algo de luz sobre uno de los mayores enigmas cósmicos del siglo.

 

El objeto 3I/ATLAS ha desatado un auténtico terremoto en la comunidad científica. Con colas invertidas, emisiones contradictorias y una estructura que no responde a ninguna ley conocida, su estudio podría marcar un antes y un después en la comprensión del universo. Lo que parecía un simple cometa podría convertirse en la clave de un nuevo capítulo de la astronomía moderna.

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